Les habló por medio de parábolas y les decía El sembrador salió a sembrar

Les habló por medio de parábolas y les decía El sembrador salió a sembrar

Evangelio según san Mateo 13,1-9

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: “El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda;pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!”.

Comentario del Evangelio

Las parábolas son una de las formas preferidas por Jesús para dar su mensaje. Una parábola es una comparación. Se sirve de cosas conocidas y visibles de la vida para explicar las cosas invisibles y desconocidas del Reino de Dios. No permitamos que el ser muy conocida, nos haga perder la novedad del mensaje. La gente de Galilea entendía de semillas, de terreno, de lluvia, de sol y de cosecha. A veces somos camino; otras veces piedra; otras veces, espinos; otras veces, tierra buena. Hoy nos preguntamos:
¿Soy palabra de Dios?
¿ Qué soy yo en mi vida?
¿Qué somos en nuestra comunidad?
¿Qué fruto produce en mi vida la Palabra de Dios?
¿Sembramos en otros la Palabra de Dios?

Lecturas del dia

Libro del Exodo 16,1-5.9-15

Luego partieron de Elím, y el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto, toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí. En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. “Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos.Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea”.

Entonces el Señor dijo a Moisés: “Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley. El sexto día de la semana, cuando preparen lo que hayan juntado, tendrán el doble de lo que recojan cada día. Moisés dijo a Aarón: “Da esta orden a toda la comunidad de los israelitas:

Preséntense ante el Señor, porque él ha escuchado sus protestas”. Mientras Aarón les estaba hablando, ellos volvieron su mirada hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en la nube. Y el Señor dijo a Moisés:

“Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: “A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios”.

Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: “¿Qué es esto?”. Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: “Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.

Salmo 78(77),18-19.23-24.25-26.27-28

Tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo comida a su antojo.
Hablaron contra Dios, diciendo:
“¿Acaso tiene Dios poder suficiente

para preparar una mesa en el desierto?
Entonces mandó a las nubes en lo alto
y abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos el maná,

les dio como alimento un trigo celestial;
todos comieron un pan de ángeles,
les dio comida hasta saciarlos.
Hizo soplar desde el cielo el viento del este,

atrajo con su poder el viento del sur;
hizo llover sobre ellos carne como polvo
y pájaros como arena del mar:
los dejó caer en medio del campamento,

alrededor de sus carpas.

Discursos ascéticos de Isaac el Sirio (siglo VII) El ciento por uno

De igual manera que toda la fuerza de la ley y los mandatos que Dios ha dado a los hombres se cumple en la pureza del corazón, como lo dijeron los padres, así también todos los modos y maneras por los cuales los hombres rezan a Dios se cumplen en la oración pura. Los gemidos, las súplicas, los lamentos, todas las formas que puede tomar la oración tienen en efecto su fin en una oración pura…

La reflexión no tiene nada más que lo que tiene: ni oración, ni movimiento, ni lamento, ni poder, ni libertad, ni súplica, ni deseo, ni placer de lo que espera en esta vida o en el mundo venidero; después de la oración pura, no hay otra oración… Más allá de este límite, está la admiración, no hay más oración; la oración cesa, y comienza la contemplación…

La oración es la semilla, y la contemplación, la cosecha de las gavillas. El segador se maravilla de ver lo indecible: ¿cómo a partir de pequeños granos desnudos que sembró, pudieron crecer de repente ante él tales espigas florecientes? La vista de su cosecha le quita todo movimiento…

Lo mismo que apenas se encuentra un hombre entre varios millares para cumplir un poco mejor los mandatos y las normas de la Ley y alcanzar la pureza del alma, de igual manera sólo se encuentra un hombre de cada mil que sea digno de alcanzar con mucha vigilancia la oración pura, de atravesar el límite y de descubrir este misterio. Porque no es dado a muchos, sino a poco, el conocer la oración pura.

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