Evangelio según San Juan 14,27-31a
Jesús dijo a sus discípulos: Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman ! Me han oído decir: Me voy y volveré a ustedes. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.
Comentario del Evangelio
Uno de los bienes que más deseamos es la paz. Pero sabemos que es un bien escaso. Miramos al mundo que nos rodea y sentimos que las semillas de la violencia y la enemistad están por todas partes. Dentro de cada uno de nosotros el escenario no es muy diferente. La herida de la división, la experiencia de la discordia, el fermento tóxico de una inquietud sin rostro nos roba la paz.
Los especialistas dicen que el siglo XXI será el siglo de las enfermedades no tanto fruto de las bacterias cuanto psíquicas. El sol negro de la depresión, el mal de vivir, los sufrimientos psiquiátricos, la desesperanza serán parte de la vida cotidiana de muchos. Necesitamos redescubrir el alcance de la afirmación de Jesús: “La paz os dejo, mi paz os doy”.
Lecturas del dia
Libro de los Hechos de los Apóstoles 14,19-28
Vinieron de Antioquía y de Iconio algunos judíos que lograron convencer a la multitud. Entonces apedrearon a Pablo y, creyéndolo muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad. Pero él se levantó y, rodeado de sus discípulos, regresó a la ciudad. Al día siguiente, partió con Bernabé rumbo a Derbe. Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.
En cada comunidad establecieron presbíteros y, con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos. Después permanecieron largo tiempo con los discípulos.
Salmo 145(144),10-11.12-13ab.21
Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.
Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.
Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivientes bendigan su santo Nombre,
desde ahora y para siempre.
Enseñanza de san [Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968) Mi paz os doy
El Espíritu de Dios es espíritu de paz; incluso cuando pecamos gravemente, nos hace percibir un dolor tranquilo, humilde y confiado, debido precisamente a su misericordia. Por el contrario, el espíritu el mal, excita, exaspera, y nos hace experimentar, cuando faltamos, una especie de cólera contra nosotros; y sin embargo, es hacia nosotros mismos que deberíamos ejercer la primera de las caridades. Pues, cuando tu estás atormentado por ciertos pensamientos, esta agitación no proviene de Dios, sino del demonio; pues Dios, por ser espíritu de paz, te da la serenidad.