Les aseguro que la viuda ha puesto más que cualquiera

Les aseguro que la viuda ha puesto más que cualquiera

Evangelio según san Marcos 2,38-44

Y él les enseñaba: Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad. Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: , porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir.

Comentario del Evangelio

La viuda ha descubierto que sólo el Señor puede llenar su corazón y su vida y lo material no importa. Esto es lo que Jesús quiere que sus discípulos aprendan. Y esta es la disposición interior la que revaloriza cada gesto: ¿Qué es lo que nos empuja en nuestra limosna y buenas obras? ¿Que nos vean, nos honren y nos reconozcan, como pretendían los escribas? ¿Dejar nuestra conciencia tranquila mientras seguimos acomodados en nuestros territorios existenciales? Eso que rehusamos poner en manos de Dios, nuestras riquezas, afectos, proyectos, ¿de verdad son tan vitales? ¿O es que nos hemos adueñado de ellos? ¿Creemos o no creemos que Dios tiene poder para darnos en cada momento aquello que necesitemos? ¿Soy como los escribas, que sólo aparentan ser buenos creyentes? ¿O soy como la viuda pobre que ha descubierto a Dios como su único Bien?

Lecturas del día

Libro de Tobías 12,1.5-15.20

Cuando terminó de celebrarse la boda Tobit llamó a su hijo Tobías y le dijo: Hijo mío, ya es hora de pagarle lo convenido a tu compañero, agregando incluso algo más. Tobías llamó a su compañero y le dijo: Toma en pago la mitad de lo que has traído, y vete en paz. Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les dijo: Bendigan a Dios, y celébrenlo delante de todos los vivientes por los bienes que él les ha concedido, para que todos bendigan y alaben su Nombre. Hagan conocer debidamente a todos los hombres las obras de Dios y nunca dejen de celebrarlo.

Es bueno mantener oculto el secreto del rey, pero las obras de Dios hay que revelarlas y publicarlas como es debido. Practiquen el bien, y así el mal nunca los dañará. Vale más la oración con el ayuno y la limosna con la justicia, que la riqueza con la iniquidad. Vale más hacer limosna que amontonar oro. La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de una larga vida. Los que pecan y practican la injusticia son enemigos de su propia vida. Voy a decirles toda la verdad, sin ocultarles nada. Ya les dije que es bueno mantener oculto el secreto del rey y revelar dignamente las obras de Dios.

Cuando tú y Sara hacían oración, era yo el que presentaba el memorial de sus peticiones delante de la gloria del Señor; y lo mismo cuando tú enterrabas a los muertos. Cuando no dudabas en levantarte de la mesa, dejando la comida para ir a sepultar un cadáver, yo fui enviado para ponerte a prueba. Pero Dios también me envió para curarte a ti y a tu nuera Sara. Yo soy Rafael, uno de lo siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia. Por eso, bendigan al Señor sobre la tierra y celebren a Dios. Ahora subo a Aquel que me envió. Pongan por escrito todo lo que les ha sucedido. Y en seguida se elevó.

Libro de Tobías 13,2.7-8.

Porque él castiga y tiene compasión,
hace bajar hasta el Abismo
y hace subir de la gran Perdición,
sin que nadie escape de su mano.

Miren lo que ha hecho con ustedes
y celébrenlo en alta voz.
Bendigan al Señor de la justicia
y glorifiquen al Rey de los siglos.

Yo lo celebro en el país del destierro,
y manifiesto su fuerza y su grandeza a un pueblo pecador.
¡Conviértanse, pecadores,
y practiquen la justicia en su presencia!

¡Quién sabe si él no les será favorable
y tendrá misericordia de ustedes!

Manuscritos de santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897) Lo ha dado todo

Quiero hacerte leer en el libro de la vida, donde está contenida la ciencia del amor. ¡La ciencia del amor! ¡Sí, estas palabras resuenan dulcemente en los oídos de mi alma! No deseo otra ciencia. Después de haber dado por ella todas mis riquezas, me parece, como a la esposa del Cantar de los Cantares, que no he dado nada todavía (Ct 8,7). Comprendo tan bien que, fuera del amor, no hay nada que pueda hacernos gratos a Dios, que ese amor es el único bien que ambiciono.

Jesús se complace en mostrarme el único camino que conduce a esa hoguera divina; ese camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de su padre. El que sea pequeñito, que venga a mí, dijo el Espíritu Santo por boca de Salomón (Pr 9,4) y ese mismo Espíritu de amor dijo también que a los pequeños se les compadece y perdona (Sab 6,6). Y, en su nombre, el profeta Isaías nos revela que en el último día El Señor apacentará como un pastor a su rebaño, reunirá a los corderitos y los estrechará contra su pecho (Is 40,11)…

Si todas las almas débiles e imperfectas sintieran lo que siente la más pequeña de todas las almas, el alma de tu Teresita, ni una sola perdería la esperanza de llegar a la cima de la montaña del amor, pues Jesús no pide grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud, como dijo en el salmo 49: No aceptaré un becerro de tu casa ni un cabrito de tus rebaños, pues las fieras de la selva son mías y hay miles de bestias en mis montes… Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y de acción de gracias.

He aquí, pues, todo lo que Jesús exige de nosotros. No tiene necesidad de nuestras obras, sino sólo de nuestro amor. Porque ese mismo Dios que declara que no tiene necesidad de decirnos si tiene hambre, (Sl 49) no vacila en mendigar un poco de agua a la Samaritana (Jn 4,7). Tenía sed… Tenía sed de amor. Sí, me doy cuenta, más que nunca, de que Jesús está sediento, entre los discípulos del mundo sólo encuentra ingratos e indiferentes, y entre sus propios discípulos ¡qué pocos corazones encuentra que se entreguen a él sin reservas, que comprendan toda la ternura de su amor infinito!

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