Evangelio según san Marcos 4,21-25
Jesús les decía: ¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga! Y les decía: ¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Comentario del Evangelio
La vida propuesta por Cristo y los dones ofrecidos no pueden esconderse. De ahí que hoy Jesús lo pregunta. La luz es para que ilumine. Las cosas buenas merecen ser conocidas. Si escondemos a Dios con nuestras actitudes y pensamientos, Dios se descubrirá por su propia luz. La vida cristiana está llamada a mostrar a Jesús, con las palabras y con la vida, pero sin complejos. Eso es lo que ocurre con la vida de los santos que nos ofrecen una mirada pascual y nos comparten esa luz que viene de Dios. Hoy digamos: Señor, te ofrezco mi luz, reflejo de tu luz buscando el bien de las personas, especialmente los jóvenes y vivamos entregados a tu servicio. Hoy nos preguntamos:
¿Es mi vida así como Jesús quiere?
¿Reflejamos en nuestra vida diaria la luz de Dios?
¿Nuestros pensamientos son frutos del Espíritu Santo?
Lecturas del día
Segundo Libro de Samuel 7,18-19.24-29
Entonces el rey David fue a sentarse delante del Señor y exclamó: “¿Quién soy yo, Señor, y qué es mi casa para que me hayas hecho llegar hasta aquí? Y como esto te pareció demasiado poco, también le has hecho una promesa a la casa de tu servidor, para un futuro lejano. ¿Es esto lo que haces habitualmente con los hombres, Señor? Tú has establecido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo eternamente, y tú, Señor, eres su Dios. Y ahora, Señor Dios, confirma para siempre la palabra que has pronunciado acerca de tu servidor y de su casa, y obra conforme a lo que has dicho.
Que tu Nombre sea engrandecido para siempre, y que se diga: ‘¡El Señor de los ejércitos es el Dios de Israel!’. Y que la casa de David, tu servidor, esté bien afianzada delante de ti. Porque tú mismo, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, te has revelado a tu servidor, diciendo: ‘Yo te edificaré una casa’. Por eso tu servidor se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. Ahora, Señor, tú eres Dios, tus palabras son leales y has prometido estos bienes a tu servidor.
Dígnate, entonces, bendecir la casa de tu servidor, para que ella permanezca siempre en tu presencia. Porque tú, Señor, has hablado, y con tu bendición la casa de tu servidor será bendita para siempre”.
Salmo 132(131),1-2.3-5.11.12.13-14
Acuérdate, Señor, en favor de David,
de todos sus desvelos,
del juramento que prestó al Señor,
del voto que hizo al Fuerte de Jacob:
“No entraré bajo el techo de mi casa
ni me acostaré en mi propio lecho;
no daré descanso a mis ojos
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una Morada para el Fuerte de Jacob”.
El Señor hizo un juramento a David,
una firme promesa, de la que no se retractará:
“Yo pondré sobre tu trono
a uno de tus descendientes.
Si tus descendientes observan mi alianza
y los preceptos que yo les enseñaré,
también se sentarán sus hijos
en tu trono para siempre”.
Porque el Señor eligió a Sión,
y la deseó para que fuera su Morada.
«Este es mi Reposo para siempre;
aquí habitaré, porque lo he deseado.
Enseñanza de san Gregorio de Nisa (c. 335-395) El panal de miel
El Libro de los Proverbios pide al discípulo de la Sabiduría ponerse a la escuela de la abeja. Dice a los amantes de la Sabiduría: Ve hacia la abeja y mira cómo ella es laboriosa y qué respeto aporta a su trabajo. Reyes y otras personas, por su salud, utilizan sus productos. Además, es buscada y estimada por todos. Aún disminuida de fuerzas, ama la sabiduría y por eso es propuesta como ejemplo de vida a las personas virtuosas. “Fíjate en ella, observa sus costumbres y aprende a ser sabio” (cf. Pr 6,6-8).
Este texto aconseja no descuidar ninguna enseñanza divina sino sobrevolar el prado de palabras inspiradas, en vista de la adquisición de la Sabiduría. De igual forma, hay que modelar en uno mismo celdas de cera y depositar el producto del trabajo en el corazón, como en una colmena. Y construir en la memoria cofres impermeables para guardar las distintas enseñanzas, como si fueran alvéolos en la cera. Así, imitando a la sabia abeja, de la que la cera es dulce y el dardo no hiere, nos aplicaremos sin pausa al augusto trabajo de las virtudes. El ganar los bienes eternos con las penas de acá abajo y dispensar las propias penas por los reyes y otras personas, en vista de la salvación de sus almas, es todo un trabajo. El alma que lo realiza es buscada por su Esposo y estimada por los ángeles. Al amar a la Sabiduría, ella tiene fuerza en la debilidad.
Estos son ejemplos de ciencia y amor al trabajo que nos aporta la industriosa abeja. Asimismo, la repartición de divinos carismas espirituales se hace en proporción al celo aportado al trabajo.