Evangelio: MC. 9, 2-10
La Transfiguración del Señor
“Seis días más tarde…”, son seis días más tarde del primer anuncio de la Pasión.
Jesús se transfigura para anunciar su gloriosa resurrección.
Moisés representa la ley y Elías los profetas; ambos sintetizan el A. Testamento.
Es un momento de gran intimidad.
La presencia de Dios se respira por todas partes: “su ropa se volvió de una blancura resplandeciente, tan blanca como nadie en el mundo sería capaz de blanquearla”.
La propuesta de Pedro a Jesús de quedarse a vivir en la montaña responde al miedo de ir a Jerusalén donde les espera dolor y sufrimiento; por esto busca a toda costa impedir que Jesús baje de la montaña y emprenda el camino hacia Jerusalén.
Como Pedro son muchos los que prefieren la comodidad de la montaña antes que bajar de ella para enfrentar riesgos de la vida cotidiana.
De los tres personajes presentes solo queda Jesús, el Hijo amado de Dios a quien hay que escuchar.
El mandato de no contar a nadie lo ahí vivido tiene una explicación: esperar la Resurrección de Jesús para poder comprender su propuesta del Reino.
“Ellos cumplieron con ese encargo, pero se preguntaban qué significaría resucitar de entre los muertos”.
Con el Señor enfrentamos los desafíos del diario vivir.
Jesús manifiesta su gloria en el Tabor
Con esta frase se anuncia en el Rosario, como misterio luminoso, la fiesta que hoy celebramos: La transfiguración. Para mí, personalmente, es más comprensible y pone más de manifiesta su intencionalidad. Manifiesta la pedagogía usada por Jesús, para instruir a sus discípulos con la finalidad que comprendieran, intuyeran, su identidad y misión. Sorprende que en medio de tanta actividad y tantas instrucciones sitúen los evangelistas este episodio.
Este hecho acontece cuando ya ha aparecido en el horizonte, y con bastante claridad, que la vida del Maestro va acabar de manera violenta. No sólo se lo ha dicho, sino que lo ven palpado en el ambiente. Un episodio antes se lo ha comunicado y, después de este episodio, otra vez.
Como buen maestro descubre que sus discípulos no se lo creen o no lo entienden. Decide escoger a los más íntimos, se retira a un monte, lugar más cercano a la presenciade Dios, según la mentalidad judía, y en clima de silencio y de oración les manifiesta su triunfo, su gloria, manifestada en sus vestiduras, en la presencia de dos personajes importantes en la historia de Israel, en la nube que les cubrió y en las palabras escuchadas. “Es mi hijo. Escuchadlo”.
Escuchar a Jesús. Identidad creyente
Jesús, en el evangelio de Marcos, escoge a sus discípulos para que vayan detrás de Él y siguiéndole aprendan. Le han seguido y ahora, los más íntimos, escucharan que es el Hijo predilecto del Padre, es decir, no es un maestro cualquiera, sino el Hijo de Dios. Como tiene una relación personal e íntima con Dios, tienen que escucharle. Para aprender hay que escucharle y hay que ver cómo actúa. Así manifiestan su condición de discípulos, y nosotros manifestamos nuestra condición de creyentes en Jesús.
Esa relación personal con Dios es el verdadero secreto de su identidad y la actuación de Jesús le viene del conocimiento que recibe del Padre. En cuanto que es Hijo, en Él se reveló Dios en cuanto Padre y en el actuar de Jesús manifiesta Dios su amor y su voluntad.
Jesús no conoce a Dios solo a distancia como el Señor, tal como lo conocen Moisés y Elías, sino que le conoce como un Padre en una relación de proximidad filial. Por eso Jesús representa el conocimiento íntimo y definitivo de Dios.
EL pueblo ha escuchado a Moisés y Elías, ahora debe escuchar a Jesús. Con su persona, con su acción y con su palabra lleva al pueblo el mensaje definitivo de Dios. A través de Jesús aprende el pueblo lo que Dios tiene intención de hacer con él y el modo en que él debe comprometerse con Dios.
La Transfiguración representa el punto culminante de la revelación de Jesús. En ella se manifiesta a sus discípulos en su relación con la historia de Israel, en su relación con Dios, en relación con la humanidad. De esta relación depende la presencia de su persona, su grandeza y su profundidad pueden ser comprendidas en la medida en que se comprenda quien es Dios.
¿Qué aprenden los discípulos en este pasaje de la Transfiguración? ¿Qué lección debemos sacar nosotros? Que Dios se revela como el Padre de Jesús. Padre lleno de amor; que Jesús es el Hijo predilecto de Dios; que en la palabra y en la actuación de Jesús se revela el amor paterno de Dios.
Se les impone silencio. Tienen necesidad de tiempo y deben participar de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, antes de poder comprender la verdadera identidad de Jesús y su misión salvadora, entonces ya no podrán callar, deberán dar, más bien, abierto testimonio.
Esta es ahora nuestra tarea, dar testimonio de lo que descubrimos en esta fiesta: la verdadera identidad de Jesús y su misión, para lo cual escuchemos Su Palabra y con la fuerza del Espíritu hagámoslo realidad. Es urgente escuchar más a Jesús.