Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, María, mujer de Cleofás y María Magdalena y otras mujeres

Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, María, mujer de Cleofás y María Magdalena y otras mujeres

Evangelio según San Juan 19,25-27

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre,María, mujer de Cleofás y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: Mujer, aquí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Aquí tienes a tu madre. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Comentario del Evangelio

Lo más parecido en este mundo a los ojos de Dios son los ojos de una madre. Son unos rayos X infalibles. No ven sólo las apariencias, sino que penetran en lo más secreto de la vida. La tarea de atender la primera hambre y la primera sed del recién nacido les fue confiada a las madres porque sólo a un amor incondicional se puede confiar administrar el alimento, condición no sólo de la vida biológica sino también de la espiritual. La Iglesia necesita aprender de María a ser madre. Aprender la compasión, la ternura y el cuidado que inspira un ser humano. Como indica el papa Francisco, “hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque siempre que miramos a María, volvemos a creer”.

Lecturas del dia

Carta a los Hebreos 5,7-9

Hermanos: Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,

Salmo 31(30),2-3a.3bc-4.5-6.15-16.20

Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Líbrame, por tu justicia;
inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.

Sé para mí una roca protectora,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.
Sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Pero yo confío en ti, Señor,

y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
¡Qué grande es tu bondad, Señor!

Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti,
en la presencia de todos.

Tratado de la verdadera devoción a la Santa Virgen  San Luis María Grignion de Monfort (1673-1716)  María, sostén para llevar nuestra cruz

La devoción mariana es un camino sencillo para llegar a la unión con Nuestro Señor, perfección del cristiano. Es un camino que Jesucristo ha abierto viniendo a nosotros y en el que no hay obstáculos para llegar a él. Se puede en realidad llegar a la unión divina por otros caminos, pero habrá más cruces, muertes extrañas y más dificultades, que venceremos difícilmente. Habrá que pasar por noches oscuras, combates y agonías extrañas, por montañas escarpadas, por espinas agudas y terribles desiertos. Pero por el camino de María, se pasa más suave y tranquilamente.

Se encuentran en realidad grandes combates y grandes dificultades para vencer. Pero esta buena Madre y Maestra se hace próxima y presente a sus fieles servidores para iluminar sus tinieblas, aclarar sus dudas, tranquilizarlos en sus temores, sostenerlos en sus combates y dificultades. En realidad ese camino virginal para encontrar a Jesucristo se convierte en un camino de rosas y miel, comparado con otros caminos.

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