Jesús vio una multitud y se compadeció de ella

Jesús vio una multitud y se compadeció de ella

Evangelio según san Marcos 6,30-34

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Comentario del Evangelio 

Hoy el Evangelio nos presenta una escena muy interesante. Después de la experiencia misionera, los discípulos necesitan hablar y compartir lo que han vivido. El Maestro les propone retirarse a descansar juntos en un lugar apartado. Pero al intentarlo, se ven sorprendidos por un gentío inmenso e indigente que se lo impide. En este caso, vemos a Jesús tomando una decisión entre dos posibilidades legítimas: O despiden a la gente para descansar o se olvidan de sus merecidas vacaciones, para dedicarse a atender a la masa que les solicita. ¿Hacia dónde se inclina Jesús? ¿Por qué toma esa decisión? ¿Qué se nos enseña con ello? Al percibir a la gente como oveja sin pastor, Jesús empieza a ser pastor. Hoy noa preguntamos:

¿Me desligo de lo que sucede para un merecido descanso o sigo atento a lo que acontece?

¿Dejamos de meditar el evangelio porque estamos de vacaciones?

¿Me olvido de mi fe y descanso?

Lecturas del día

Lectura de la carta Hebreos 13,15-17.20-21

Hermanos: Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre. No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; esos son los sacrificios que agradan a Dios. Obedeced y someteos a vuestros guías, pues ellos se desvelan por vuestro bien, sabiéndose responsables; así lo harán con alegría y sin lamentarse, cosa que no os aprovecharía. Que el Dios de la paz, que hizo retornar de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, Jesús Señor nuestro, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os confirme en todo bien para que cumpláis su voluntad, realizando en nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Sal 22

El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Reflexión del Evangelio de hoy   El culto que hemos de dar a Dios

Durante cuatro semanas la primera lectura ha sido tomada de la Carta a los Hebreos. El final de esa carta concluye con una exhortación que podemos distribuir en tres párrafos que nos ayuden a profundizar en el texto. El primero indica que ya quedan atrás los antiguos sacrificios, el modo tradicional de honrar a Dios. Tras la muerte de Jesús los sacrificios ofrecidos a Dios tienen otro sentido. Quedan atrás los sacrificios de animales. Ahora nuestros sacrificios son “espirituales”, y se concretan en ofrecer a Dios el “sacrificio de alabanza” que no es otra cosa que ofrecer a Dios nuestra misma existencia, presentada como nuestro sacrificio sacerdotal. El segundo tema invita a la comunidad a permanecer en el amor fraterno. Existe ese amor, pero les pide que lo mantengan vivo.

Ese amor, que ha de ser como es el amor con que Dios nos ama. Amor incondicional, abnegado que no espera retribución. Este amor no se queda en el puro sentimiento, es un amor de decisiones donde queda plasmado eso que llevamos en el corazón. Es la forma de que la comunidad camine por la senda de Jesús. Es un amor tan real que ama, aunque se vea rechazado. El tema tercero explica cómo ha de ser la relación entre los hermanos de la comunidad. “No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente». Es la mejor definición de lo que debe ser una comunidad cristiana. Hombres decididos a “hacer el bien”. Esto no es otra cosa que imitar a Jesús, que, en palabras de Pedro, en Hch.10, 34-38, lo concreta en esta frase: “pasó haciendo el bien”. Es lo que definió la vida del Maestro y es lo que ha de definir a sus seguidores, nosotros.

Sintió compasión de ellos

Los discípulos vuelven de la misión encomendada por Jesús y le explican todo lo que han hecho y enseñado. La reacción de Jesús es invitarlos a descansar en un lugar solitario y dialogar sobre lo vivido. Parece que la invitación se frustra porque “eran tantos los que iban y venían que no tenían ni tiempo para comer”. Por dos veces Marcos nos dice que eran muchos los que buscaban a Jesús. ¿Cómo ve Jesús a esa multitud? “Como ovejas sin pastor”, gente perdida, desorientada, buscando a alguien que les muestre el camino de la felicidad que la vida nos les daba. Por eso Jesús sintió compasión de ellos. Sentir compasión es algo más importante que sentir lástima. Sentir lástima es sentir tristeza por el mal que observamos en alguien.

La compasión no es simple sentimiento, nos implica en la acción por eliminar el mal. Es dar un paso para que quien atraviesa ese mal momento pueda sentirse atendido. ¿Cómo verá Jesús este mundo nuestro donde tantos hombres y mujeres buscan algo más que vivir o sobrevivir? ¿Cómo vemos los cristianos este mundo donde abunda la injusticia, el egoísmo traducido en individualismo? También hoy Jesús nos mira con compasión y nos sigue ofreciendo su mensaje que calme ese deseo de felicidad que todos llevamos en el corazón.

Aprender a mirar las realidades dolientes de nuestro mundo es el primer paso para ser capaces de tener un corazón compasivo que busca ofrecer remedio a tantos males. Pero para todo ello se requiere el contacto con la fuente de la bondad, Jesús. Su mensaje es claro, pero también exigente. Por eso hay personas que lo buscan, pero ante las palabras de Jesús reaccionan alejándose de él cuando demanda cambios. Su mensaje no viene a calmar ansiedades, sino a cambiar modos de vivir que hagan de este mundo un hogar igual para todos. Aprendamos a mirar con la mirada de Jesús y no perdamos nunca el contacto con Él. Así nuestro corazón se irá llenando de compasión ante tantas necesidades a las que nosotros podemos ofrecer nuestra ayuda.

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