Jesús vino para poner en el centro de todo a la persona

Jesús vino para poner en el centro de todo a la persona

Evangelio según San Lucas 6,6-11

Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y quédate de pie delante de todos. El se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla? Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre:

Extiende tu mano. El la extendió y su mano quedó curada. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.

Comentario del Evangelio

Jesús realizó su misión no sólo con palabras sino también con gestos concretos. Aunque tendemos a pensar sólo en sus palabras, sería muy bueno que valorásemos debidamente su forma de actuar, su forma de ocupar el espacio, sus posturas, lo que hace o manda hacer. En el evangelio de hoy Jesús dice al hombre enfermo: “Levántate y ponte ahí en medio”. En ese mandato de Jesús ya entendemos algo de su misión: vino para poner en el centro de todo a la persona y sus necesidades. Vino para levantarnos de la postración de la muerte con una vida nueva, una vida resucitada.

Lecturas del dia

Carta I de San Pablo a los Corintios 5,1-8

Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonestos, como no se encuentran ni siquiera entre los paganos, ¡a tal extremo que uno convive con la mujer de su padre! ¡Y todavía se enorgullecen, en lugar de estar de duelo para que se expulse al que cometió esa acción! En lo que a mí respecta, estando ausente con el cuerpo pero presente con el espíritu, ya lo he juzgado, como si yo mismo estuviera allí.

Es necesario que ustedes y yo nos reunamos espiritualmente, en el nombre y con el poder de nuestro Señor Jesús, para que este hombre sea entregado a Satanás: así se perderá su carne, pero se salvará su espíritu en el Día del Señor. ¡No es como para gloriarse! ¿No saben que “un poco de levadura hace fermentar toda la masa”? Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa, ya que ustedes mismos son como el pan sin levadura. Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado. Celebremos, entonces, nuestra Pascua, no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad, sino con los panes sin levadura de la pureza y la verdad.

Salmo 5,5-6.7.12

Tú no eres un Dios que ama la maldad;
ningún impío será tu huésped,
ni los orgullosos podrán resistir
delante de tu mirada.

Tu detestas a los que hacen el mal
y destruyes a los mentirosos.
¡Al hombre sanguinario y traicionero
lo abomina el Señor!

Así se alegrarán los que en ti se refugian
y siempre cantarán jubilosos;
tú proteges a los que aman tu Nombre,
y ellos se llenarán de gozo.

Homilía pascual de Melitón de Sardes (¿- c. 195)   El Señor me ayuda, por eso soportaba los ultrajes

El Señor me ayuda, por eso soportaba los ultrajes, por eso endurecí mi rostro como el pedernal, sabiendo que no quedaré defraudado. Mi defensor está cerca ¿quién me quiere denunciar?” (Is 50, 7-8) Cristo era Dios y se revistió de la condición humana. Sufrió por el que sufre, fue arrestado por el que es vencido, fue juzgado por el que es condenado y fue enterrado por quien es enterrado, y resucita de entre los muertos. Os anuncia estas palabras: “¿quién me quiere denunciar? ¡Comparezcamos juntos!” (Is 50,8) Soy yo quien libera al condenado, soy yo quien resucita a los muertos, yo quien saco del sepulcro. ¿Quién me replica? Soy yo, dice Cristo, soy yo quien he abolido la muerte, quien ha vencido al enemigo, quien ha pisado el infierno y ligado al maligno(cf Lc 11,22). Yo he exaltado al hombre más allá de los cielos, yo, Cristo.

“Venid, pues, todos los pueblos de los hombres que estáis metidos en el mal, recibid el perdón de vuestros pecados. Yo soy vuestro perdón, yo soy la Pascua de la salvación, yo soy el cordero inmolado por vosotros, o soy el agua que os purifica, yo soy vuestra luz, yo vuestro Salvador, vuestra resurrección, vuestro rey. Os llevo conmigo al cielo, os mostraré al Padre celestial, os resucitaré con mi derecha.”

Este es el que hizo el cielo y la tierra, que formó al hombre al inicio de la creación, que se anunció en la Ley y los profetas, el que tomó carne de la Virgen, que fue colgado en un madero, puesto en un sepulcro y resucitó de entre los muertos, que está sentado a la derecha del Padre y tiene poder de juzgarlo todo y de salvar todo. Por él, el Padre creó todo lo que existe desde los orígenes hasta la eternidad. El es el alfa y la omega, el principio y el fin, él es el Cristo… A él la gloria y el poder por los siglos. Amén.

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