Jesús te invita a purificar primero tu interior

Jesús te invita a purificar primero tu interior

Evangelio según San Mateo 23,23-26

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: ¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separáis para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacéis caso de las enseñanzas más importantes de la ley, como son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que se debe hacer, sin dejar de hacer lo otro. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que limpiáis por fuera el vaso y el plato, pero por dentro estáis llenos de lo que habéis obtenido con el robo y la avaricia. Fariseo ciego, ¡limpia primero el vaso por dentro, y así quedará limpio también por fuera!

Comentario del Evangelio

Cuando somos escrupulosos y minuciosos para cumplir las normas religiosas, podemos terminar descuidando lo esencial, lo que más le interesa al Señor. Una de las normas judías era pagar la décima parte de lo que uno ganaba. Jesús comentaba con ironía que los fariseos, para aparentar, pagaban la décima parte hasta de las especies y hierbas que tenían. Sin embargo, por detrás cometían faltas muy graves, porque se quedaban con bienes ajenos y así acumulaban dinero. Por eso Jesús los comparaba con las personas que limpian muy bien las copas por fuera, para cuidar la apariencia, pero se olvidan de limpiarlas por dentro, donde las copas deberían estar impecables para su uso. No limpiemos la copa por fuera. Mejor busquemos, sobre todo, vivir en el amor y la justicia.

Lecturas del día

Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2,1-3a.14-17

Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado. Que nadie los engañe de ninguna manera. Porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Ser condenado a la perdición, El los llamó, por medio de nuestro Evangelio, para que posean la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente o por carta. Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.

Salmo 96(95),10.11-12a.12b-13

Digan entre las naciones: «El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.»
Alégrese el cielo y exulte la tierra,

resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,

porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.

Comentario del Evangelio por  San Agustín  Purifica primero el interior

Mirad lo que Juan nos recomienda: «En esto sabremos que somos de la verdad», cuando amamos con obras y de verdad y no solamente de palabra y con la lengua, y tendremos la conciencia tranquila ante Dios. ¿Qué quiere decir «ante Dios»? Donde Dios ve. Por eso, el propio Señor dice en el evangelio: No hagáis el bien para que os vean los hombres, porque entonces vuestro Padre celestial no os recompensará. ¿Qué significa el precepto que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha (Mt 6, 1.3), sino que la derecha es la conciencia pura mientras que la izquierda es la codicia? Mucha gente hace muchas cosas admirables por la codicia de los ojos; entonces actúa la mano izquierda, no la derecha.

La derecha es la que tiene que actuar, pero sin que lo sepa la izquierda, para que la codicia de los ojos no intervenga para nada cuando hagamos algo bueno por amor. ¿Y cómo lo sabemos? Ponte ante Dios e interroga a tu corazón; mira lo que has hecho y si lo que pretendías con ello era tu salvación o pura vanagloria humana.

Mira por dentro, pues el hombre no puede juzgar al que no puede ver. Si apaciguamos nuestro corazón, apacigüémoslo ante Dios. Porque «si nuestra conciencia nos condena», es decir, si nos acusa por dentro porque no hacemos las cosas como las debiéramos hacer, Dios es más grande que nuestra conciencia y lo conoce todo.

Tú que eres capaz de esconder a los demás el fondo de tu corazón, intenta hacerlo con Dios, a ver si puedes. ¿Cómo vas a ocultárselo a aquel, de quien decía un pecador, lleno de miedo y de arrepentimiento: ¿Adónde podré ir lejos de tu espíritu, a dónde escaparé de tu mirada?

Buscaba adónde huir para escapar al juicio de Dios, y no lo encontraba, pues ¿hay algún sitio donde no esté Dios? Si subo hasta los cielos, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro (Sal 138, 7-8). ¿Adónde irás?, ¿adónde huirás?, ¿quieres un consejo? Si quieres huir de él, huye hacia él. Huye hacia él confesándote a él, no escondiéndote de él, pues no puedes esconderte de él, pero sí confesarle todos tus pecados. Dile: Tú eres mi refugio (Sal 31, 7) y alimenta en ti el amor, lo único que conduce a la vida.

 

JOIN OUR NEWSLETTER
Acepto recibir correos.
¿Quiere estar siempre al día? Ingrese su nombre y correo
We hate spam. Your email address will not be sold or shared with anyone else.

Su comentario