Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:

Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:

Evangelio según San Juan 17,11b-19

Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:

Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.

Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.

Comentario  del Evangelio

Tener los mismos sentimientos de Cristo. “Ama y haz lo que quieras… de la raíz del amor sólo podrá salir el bien”, nos dice san Agustín (Tratado sobre la Primera carta de San Juan 7,8). Y es lo que se ve en Jesús, que nos ama, por eso salen de su boca los deseos del corazón y por eso quiere para nosotros unidad, protección, alegría, verdad y que seamos de Dios. ¿Sale esto mismo de nosotros como deseo para nuestros hermanos? Porque, si es así, entonces tenemos sus mismos sentimientos y por lo tanto ya no somos de nosotros mismos, sino de Dios, y entonces nos volvemos amor para los demás.

Lecturas del día

Libro de los Hechos de los Apóstoles 20,28-38

Pablo decía a los principales de la Iglesia de Efeso: Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre. Yo sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos rapaces que no perdonarán al rebaño. Y aun de entre ustedes mismos, surgirán hombres que tratarán de arrastrar a los discípulos con doctrinas perniciosas.

Velen, entonces, y recuerden que durante tres años, de noche y de día, no he cesado de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes. Ahora los encomiendo al Señor y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y darles la parte de la herencia que les corresponde, con todos los que han sido santificados. En cuanto a mí, no he deseado ni plata ni oro ni los bienes de nadie. Ustedes saben que con mis propias manos he atendido a mis necesidades y a las de mis compañeros.

De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe ayudar a los débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: ‘La felicidad está más en dar que en recibir. Después de decirles esto, se arrodilló y oró junto a ellos. Todos se pusieron a llorar, abrazaron a Pablo y lo besaron, apenados sobre todo porque les había dicho que ya no volverían a verlo. Después lo acompañaron hasta el barco.

Salmo 68(67),29-30.33-35a.35b-36c

Tu Dios ha desplegado tu poder:
¡sé fuerte, Dios, tú que has actuado por nosotros!
A causa de tu Templo, que está en Jerusalén,
los reyes te presentarán tributo.

¡Canten al Señor, reinos de la tierra,
entonen un himno al Señor,
al que cabalga por el cielo,
por el cielo antiquísimo!

El hace oír su voz poderosa,
¡reconozcan el poder del Señor!
Su majestad brilla sobre Israel
¡Bendito sea Dios!

Comentario de San Máximo el Confesor (c. 580-662)  Para que ellos sean uno, como Nosotros lo somos

La Iglesia lleva la impronta y la imagen de Dios ya que Ella tiene la misma actividad que Él… Dios ha llevado todas las cosas a la existencia por su potencia infinita, las contiene, los reúne y los circunscribe. Él une fuertemente a todos los seres entre sí y a sí mismo, en su Providencia… La santa Iglesia aparecerá operando por nosotros los mismos efectos que Dios, de quien Ella es imagen. Muchos, casi innumerables, son los hombres, mujeres, los niños, distantes unos de otros, infinitamente diferentes por el nacimiento, los rasgos, la nacionalidad y la lengua; el tipo de vida y la edad, la habilidad, las costumbres, los hábitos, el conocimiento, la posición económica, el carácter y las relaciones. Pero todos nacen en esta Iglesia y, por su obra, todos renacen a una nueva vida, recreados por el Espíritu Santo.

A todos, la Iglesia ha dado…una única forma, un solo nombre divino: ser de Cristo y llevar su nombre. A todos, ofrece también, una manera de ser único, que no permite distinguir las numerosas diferencias existentes entre unos y otros…, a causa de la reunión de todos en Ella. Es por ellos, sus miembros, por los que absolutamente nadie ha estado separado de la Comunidad, porque todos convergen los unos con los otros, todos están reunidos por la acción de la fuerza indivisible de la gracia y la fe. “Todos, se ha escrito, no tenían más que un solo corazón y una sola alma” (Hch. 4,32)… ser un solo cuerpo formado por miembros que aunque diversos son realmente dignos de Cristo, que es nuestra verdadera cabeza (Col 1,18). “En Él, dice el apóstol san Pablo, no hay hombre ni mujer, ni judío ni griego…, ni esclavo ni libre, porque Él lo es todo en todos”(Gal 3,28)… Así pues la santa Iglesia es a la imagen de Dios, ya que realiza entre los creyentes la misma unión que Dios.

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