Jesús iba caminando acompañado por los Doce y por algunas mujeres

Jesús iba caminando acompañado por los Doce y por algunas mujeres

Lectura del santo evangelio según san Lucas 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Comentario del evangelio

En el día de hoy San Lucas nos presenta un pasaje exclusivo de él. Sabemos del papel marginal que los judíos (y los griegos y los romanos) de la época de Jesús le asignaban a la mujer. Para el Maestro de Nazareth no es así (Gál 3,28), Él dignifica a las mujeres y las acepta como sus discípulas y deja que lo acompañen en su camino. Lucas distingue dos grupos de mujeres: uno de mujeres sanadas de enfermedades entre las que destaca a Santa María Magdalena (que NO ES pecadora, ni adúltera, ni prostituta), curada de una grave enfermedad (siete demonios) y el otro grupo es el de mujeres que lo servían y ayudaban con sus bienes entre las que destaca a Juana y Susana. Jesús instaura una nueva forma de tratar a la mujer (para escándalo de sus contemporáneos), pero no sólo eso, sino que su comunidad de discípulos y discípulas que lo sigue representa el Reino de Dios en el que se reconcilian varones y mujeres, casados y solteros, sanos y enfermos, ricos y pobres. Hoy nos preguntamos:

Qué mujeres han sido importantes en mi camino de fe?
¿Cómo es mi trato hacia las mujeres?
¿Qué importancia le doy a la mujer en nuestra iglesia católica?

Lecturas del dia

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12-20

Hermanos: Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Pues bien: si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe; más todavía: resultamos unos falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra él, diciendo que ha resucitado a Cristo, a quien no ha resucitado… si es que que los muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido.

Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad.Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.

Sal 16, 1. 6-7. 8 y 15 

Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.

Reflexión del Evangelio de hoy

“Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido

San Pablo insiste en esta carta a los corintios en la resurrección de Jesucristo, es una verdad que quiere dejar bien sentada y clara ante los de Corinto que dudaban de la resurrección de los muertos, incluso se reían cuando oían hablar de resurrección de muertos.

Si creemos que Cristo resucitó de entre los muertos para nuestra salvación, tenemos la esperanza de heredar la vida eterna.

Esta resurrección de Jesucristo, prueba que la resurrección es posible; negarla sería negar las esperanzas cristianas, hacer de los cristianos los más miserables de los hombres. Pero Cristo resucitó y, en virtud de nuestra unión con él, nosotros también resucitaremos, participando de su gloria y de su reino.

Si Cristo no hubiera resucitado la muerte no habría sido vencida y por lo tanto tampoco el pecado.

Y en 2ª Cor. 4,7-15 dice: «mientras vivimos continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús…Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: “Creí por eso hablé”, también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros».

Si la esperanza que tenemos puesta en Cristo se reduce a esta vida, seríamos los más miserables de todos los hombres.

“Al despertar me saciaré de tu semblante Señor”

Quiere decir que al despertar, “resucitar”, nos saciaremos del rostro d .el Señor. Muestra las maravillas de tu misericordia.- Tú que salvas de los adversarios A quien se refugia a tu derecha. – Guárdame como a las niñas de tus ojos, A la sombra de tus alas escóndeme.- Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,-Y al despertar me saciaré de tu semblante

“Algunas mujeres acompañaban a Jesús y le ayudaban con sus bienes”

Jesús iba caminando de ciudad en ciudad, predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo acompañaban los doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y de enfermedades, le ayudaban con sus bienes.

Es San Lucas el único que menciona al lado de los discípulos a las mujeres que seguían la compañía de Jesús y atendían a sus necesidades materiales. No era esto extraño a la costumbre de los rabinos. De ambos ejemplos se autorizaban los apóstoles, según indica San Pablo (1 Cor 9,5). La piedad y la Gratitud por la salud recibida eran la causa que las movía a ejercer esta obra de misericordia. Una de ellas era María Magdalena o de Magdala. No hay motivos para creer que la posesión diabólica signifique una vida culpable; pero el número siete acaso indique una recaída en el mismo mal. Esta presentación de la Magdalena demuestra también que no tiene nada que ver con la pecadora de 7,37ss.

Las mujeres, que han sido liberadas y perdonadas por Jesús, responden a su don, con gesto de amor que las convierte en auténticas discípulas (seguidoras) del Maestro.

En el día de hoy, con nuestras “prisas” ¿estaríamos dispuestos a acompañar a los evangelizadores (misioneros) en su trabajo, si no es físicamente por lo menos aportando un poco de dinero para hacer su vida un poco más llevadera?

 

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