Evangelio según San Mateo 11,11-15
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo.Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan. Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver.
¡El que tenga oídos, que oiga!
Comentario del Evangelio
Jesús no hace apología de la violencia cuando en el Evangelio de hoy dice que son los violentos los que se apoderan del reino de los cielos. Jesús está hablando de Juan Bautista y de su fuerza interior. Juan Bautista es un modelo para nosotros en el tiempo de Adviento. Por dos razones: 1) predica la penitencia, es decir, no deja la fe en una abstracción idealizada, sino que pide que hagamos una revisión de nuestra vida concreta; 2) pone todo su empeño en preparar los corazones para acoger a Jesús. De hecho, no es lo exterior el aspecto más importante de la Navidad, sino el nacimiento de Dios que transforma nuestro interior.
Lecturas del dia
Libro de Isaías 41,13-20.
Yo, el Señor, soy tu Dios, el que te sostengo de la mano derecha y te digo: “No temas, yo vengo en tu ayuda”. Tú eres un gusano, Jacob, eres una lombriz, Israel, pero no temas, yo vengo en tu ayuda -oráculo del Señor- y tu redentor es el Santo de Israel. Yo te convertiré en una trilladora, afilada, nueva, de doble filo: trillarás las montañas y las pulverizarás, y dejarás las colinas como rastrojo. Las aventarás y el viento se las llevará, y las dispersará la tormenta; y tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel.
Los pobres y los indigentes buscan agua en vano, su lengua está reseca por la sed. Pero yo, el Señor, les responderé, yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Haré brotar ríos en las cumbres desiertas y manantiales en medio de los valles; convertiré el desierto en estanques, la tierra árida en vertientes de agua. Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos silvestres; plantaré en la estepa cipreses, junto con olmos y pinos, para que ellos vean y reconozcan, para que reflexionen y comprendan de una vez que la mano del Señor ha hecho esto, que el Santo de Israel lo ha creado.
Salmo 145(144),1.9.10-11.12-13ab
Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu Nombre eternamente;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.
Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.
Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.
Catequesis de san Teodoro el Estudita (759-826) Cumplamos lo que es justo y santo
La vida eterna se ofrece a nosotros, hijos míos, el Reino de los Cielos nos está preparado y la herencia de Cristo nos espera. El disfrute de numerosos e inconcebibles bienes, la felicidad de una gran alegría y de la inmortalidad, la sobreabundancia de gloria y honor y de otros bienes en tan gran cantidad. ¡La voz de un hombre no alcanzaría para decir la gracia y misericordia (cf. Sab 3,9)!
Corramos entonces con creciente vigor. Ustedes, los perezosos, indóciles, corazones pesados, amigos de la murmuración. Si no se corrigen se parecerán a la higuera maldita. ¡Le ponemos fertilizante (cf. Lc 13,8) y no toma raíz, la regamos con palabras y no crece! La Escritura dice “El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles” (Lc 3,9), silenciaré lo siguiente. Busquemos los combates, versemos nuestro sudor, tomemos las coronas, ganemos las alabanzas, guardemos como un tesoro “lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar” (cf. 1 Cor 2,9).
Reglemos nuestra vida sobre la de nuestros padres, la que remonta al origen. Sigamos paso a paso sus virtudes, amemos sus rectas acciones, hagamos de nuestro género de vida una imagen de la suya. (…) Si, ¡trabajemos con ellos! ¡Actuemos con ellos! ¡Sigámosle paso a paso! ¡Cumplamos lo que es justo y santo! De esta forma, tendremos parte en su gloria, seremos coronados y con ellos saltaremos d alegría en el Reino de los Cielos. En Cristo Jesús nuestro Señor, a quien pertenece gloria y poder, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.