Evangelio según san Mateo 11,20-24
Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú.
Comentario
Jesús, al denunciar a las ciudades de Galilea, nos interpela hoy a nosotros, pues a veces no hemos sido capaces de ver quién es este hombre extraordinario que sana. Hoy se nos llama a ver y reconocer en todas sus acciones y palabras quién es él, especialmente porque Dios está presente en cada acontecimiento de nuestra vida. Es un milagro presencial permanente en nuestras vidas y olvidamos que Dios alimenta nuestro aliento de vida. Hoy nos preguntamos:
¿Sentimos su presencia diariamente en nuestra vida?
¿Cómo me sitúo ante la Buena Nueva de Jesús?
¿Soy libre creyendo en la salvación en Jesús?
Lecturas del día
Libro de Isaías 7,1-9
En tiempos de Ajaz, hijo de Jotám, hijo de Ozías, rey de Judá, Resín, rey de Arám, y Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para atacarla, pero no la pudieron expugnar. Cuando se informó a la casa de David: “Arám está acampado en Efraím”, se estremeció su corazón y el corazón de su pueblo, como se estremecen por el viento los árboles del bosque.
El Señor dijo a Isaías: “Ve al encuentro de Ajaz, tú y tu hijo Sear Iasub, al extremo del canal del estanque superior, sobre la senda del campo del Tintorero. Tú le dirás: Manténte alerta y no pierdas la calma; no temas, y que tu corazón no se intimide ante esos dos cabos de tizones humeantes, ante el furor de Resín de Arám y del hijo de Remalías. Porque Arám, Efraím y el hijo de Remalías se han confabulado contra ti, diciendo: “Subamos contra Judá, hagamos cundir el pánico, sometámosla y pongamos allí como rey al hijo de Tabel”. Pero así habla el Señor: Eso no se realizará, eso no sucederá.
a Porque la cabeza de Arám es Damasco, y la cabeza de Damasco, Resín; la cabeza de Efraím es Samaría, y la cabeza de Samaría, el hijo de Remalías. Dentro de sesenta y cinco años, Efraím será destrozado, y no será más un pueblo-.
b Si ustedes no creen, no subsistirán”.
Salmo 48(47),2-3a.3b-4.5-6.7-8
El Señor es grande y digno de alabanza,
en la Ciudad de nuestro Dios.
Su santa Montaña, la altura más hermosa,
es la alegría de toda la tierra.
el Señor se manifestó como un baluarte
en medio de sus palacios.
Porque los reyes se aliaron
y avanzaron unidos contra ella;
pero apenas la vieron quedaron pasmados
y huyeron despavoridos.
Allí se apoderó de ellos el terror
y dolores como los del parto,
como cuando el viento del desierto
destroza las naves de Tarsis.
De los Escritos de San Rafael Arnáiz Barón (1911-1938) Porque no se habían convertido
Cuántos tortuosos caminos hay que recorrer para llegar a lo simple. […] Muchas veces si no practicamos la virtud es debido a nuestro complicado modo de ser, que rechaza lo que es sencillo.
Muchas veces no llegamos a comprender la grandiosidad que se encierra que se encierra en un acto de sencillez, porque buscamos lo grande en lo complicado, buscamos la grandiosidad de las cosas en la «dificultad» de las mismas. […]
La virtud…, Dios…, la vida interior, ¡qué difícil me parecía vivir eso! Ahora no es que yo tenga virtud, ni mis conocimientos de Dios y vida de espíritu estén completamente claros, pero he visto que a eso se llega sin complicaciones […].
He visto que a Dios se llega precisamente por todo lo contrario. Se le llega a conocer por la simplicidad del corazón y por la sencillez. […] Para tener virtud no hace falta estudiar una carrera, ni dedicarse a profundos estudios… Basta el acto simple de querer; basta, a veces, la sencilla voluntad.
¿Por qué, pues, a veces no tenemos virtud? Porque no somos sencillos; porque nos complicamos nuestros deseos; porque todo lo que queremos nos lo hace difícil nuestra poca voluntad, que se deja llevar de lo que agrada, de lo cómodo, de lo innecesario y, muchas veces, de las pasiones. […] Si quisiéramos seríamos santos…, y es mucho más difícil ser ingeniero, que ser santo.
En El Día Del Juicio, Tiro, Sidón Y La Tierra De Sodoma Serán Tratadas Menos Rigurosamente Que Ustedes