Evangelio según san Lucas 22,14-20
Cuando llegó la hora, Jesús y los apóstoles se sentaron a la mesa. Él les dijo. ¡Cuánto he deseado celebrar con vosotros esta cena de Pascua antes de mi muerte! Porque os digo que no volveré a celebrarla hasta que se cumpla en el reino de Dios. Entonces tomó en sus manos una copa, y habiendo dado gracias a Dios dijo. Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios. Después tomó el pan en sus manos, y habiendo dado gracias a Dios lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor vuestro. Haced esto en memoria de mí. Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo. Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre, la cual es derramada en favor vuestro.
Comentario del Evangelio
Jesús celebró la primera Eucaristía con sus apóstoles y así se mostró como el primer sacerdote de la nueva Alianza. Él es el Sumo Sacerdote que celebra con nosotros cada Eucaristía, entregándose como víctima inmolada. Pero este texto nos indica con qué actitud interior celebra Jesús cada Eucaristía con nosotros. Dice: “¡Cuánto he deseado celebrar con vosotros esta cena de Pascua!”. Jesús celebra con deseo, con intensidad, con gozo y pasión. Si a veces vivimos la misa adormecidos o distraídos, Jesús está allí con nosotros celebrándola de otra manera, deseándolo en su corazón. Cuando somos capaces de reconocer esto, nos sentimos estimulados a prepararnos antes de cada misa, para despertar en nosotros ese deseo. De este modo, nuestra actitud en la celebración puede estar en armonía con el corazón amante de Cristo.
Lecturas del día
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 12-23
Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios, donde espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies. Y así, mediante una sola oblación, Él ha perfeccionado para siempre a los que santifica. El Espíritu Santo atestigua todo esto, después de haber anunciado: Ésta es la Alianza que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Yo pondré mis leyes en su corazón y las grabaré en su conciencia, y no me acordaré más de sus pecados ni de sus iniquidades. Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna oblación. Por lo tanto, hermanos, tenemos plena seguridad de que podemos entrar en el Santuario por la sangre de Jesús, siguiendo el camino nuevo y viviente que Él nos abrió a través del velo del Templo, que es su carne.También tenemos un Sumo Sacerdote insigne al frente de la casa de Dios. Acerquémonos entonces, con un corazón sincero y lleno de fe, purificados de toda mala conciencia y con el cuerpo lavado por el agua pura. Mantengamos firmemente la confesión de nuestra esperanza, porque Aquél que ha hecho la promesa es fiel.
Salmo Responsorial 39, 6ab. 9bc. 10. 11ab
¡Cuántas maravillas has realizado, Señor, Dios mío!
Yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor.
No escondí tu justicia dentro de mí,
proclamé tu fidelidad y tu salvación.