Hoy se nos presentan palabras de Jesús sobre el uso de los bienes terrenales

Hoy se nos presentan palabras de Jesús sobre el uso de los bienes terrenales

Evangelio según san Lucas 16, 9-15

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto. Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero». Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él. Y les dijo:

«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».

Comentario del Evangelio

El Evangelio de hoy nos presenta palabras de Jesús sobre el uso de los bienes. De este modo Lucas forma una pequeña unidad alrededor del uso correcto de los bienes de esta vida. Resulta muy interesante cómo hoy el Señor nos sigue llamando a una vida recta y a un seguimiento coherente. Nos advierte que las cosas de la tierra son pasajeras y apegarnos a ellas, podría alejarnos de lo que realmente importa. Es por eso que la rectitud y la coherencia en su seguimiento o mejor aún, la manifestación clara, en nuestra vida, en nuestras opciones, en nuestro día a día, deben señalar en definitiva a quién estamos sirviendo.  Hoy nos preguntamos:

¿Soy también presa de un consumismo que excluye al otro?

¿Me preocupan mas los bienes de esta tierra?

¿A qué señor sirvo?

Lecturas del dia

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 10-19

Hermanos: Me alegré muchísimo en el Señor de que ahora, por fin, haya vuelto a florecer vuestro interés por mí; siempre lo habíais sentido, pero os faltaba la ocasión. Aunque ando escaso de recursos, no lo digo por eso; yo he aprendido a bastarme con lo que tengo. Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta.

En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones. Vosotros, filipenses, sabéis además que, desde que salí de Macedonia y empecé la misión, ninguna iglesia, aparte de vosotros, me abrió una cuenta de haber y debe. Ya me mandasteis a Tesalónica, más de una vez, un subsidio para aliviar mi necesidad; no es que yo busque regalos, busco que los intereses se acumulen en vuestra cuenta. Tengo lo necesario, y me sobra. Estoy plenamente satisfecho habiendo recibido de Epafrodito vuestro donativo, que es suave olor, sacrificio aceptable y grato a Dios. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.

Sal 111, 1b-2. 5-6. 8a y 9

Dichoso quien teme al Señor

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

Su corazón está seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

Reflexión del Evangelio de hoy     «Todo lo puedo en Aquel que me conforta»

San Pablo escribe a la comunidad de Filipos tratando de presentar un mensaje claro a sus oyentes:

El modelo es Cristo porque somos ciudadanos del cielo.

Sin embargo, por motivos diversos se nos va olvidando esta máxima de vida. Algunos andan como enemigos de la cruz de Cristo y rápidamente se nos escapa el fin para el que fuimos creados: ser ciudadanos del cielo. Pasamos por diferentes pruebas, noches oscuras, obstáculos, enfermedades, pandemias, guerras, luchas interiores y en lugar de agarrarnos más fuerte a Jesús, apartamos la mirada de Él. Perdemos el horizonte que nos habla de que en esa carne débil está llamada a manifestarse la gloria de la resurrección gracias al mismo Jesucristo.

Así nos exhorta también hoy a nosotros san Pablo. No apartes la mirada del modelo que es Jesús. Llénate de Él. Contémplalo. Llévalo al corazón. Es el secreto de la Fe que ha experimentado Pablo. “Estoy acostumbrado a todo” a lo bueno y a lo malo, a las carencias que presenta la vida y a los momentos de abundancia. Persecuciones y tiempos de paz. A los momentos de tempestad que llevan consigo los naufragios en la vida y a llegar salvo a los distintos puertos. A los azotes recibidos por predicar a Jesucristo vivo y resucitado y a experimentar la generosidad de corazón de la comunidad de Filipos que no ha dejado de enviar colectas para poder ayudar a Pablo en sus constantes misiones evangélicas.

Por dura que pueda parecer a veces la misión que estamos desempeñando san Pablo nos anima a seguir caminando con paso firme y la mirada orientada siempre hacia Jesús. No pierdas nunca el ánimo: “Todo lo puedes en aquel que te conforta”.

«Dios conoce vuestros corazones»

El pasaje del Evangelio guarda cierta conexión con la primera lectura, la mirada la tenemos que tener siempre puesta en Dios. Lucas sigue relatando lo que ayer nos mostraba su parábola del administrador infiel, con el fin, de que al desviar nuestra mirada del Tesoro de nuestra vida: Cristo, nuestras acciones se desvíen del amor a Dios y al prójimo. El discípulo, el seguidor, el administrador de Jesucristo tiene que ser fiel. Tarea nada fácil en una sociedad en la que marca caminos muy dispares ante los caminos del Reino.

El lenguaje que nos está presentando Lucas nos muestra una serie de contrarios que de alguna manera vemos como si quisiera remarcar la necesidad de presentar dos planos distintos, que te llevan a realidades distintas: la realidad celeste o a la realidad mundana. Según sea la pureza del obrar de tú corazón trabajarás, te comprometerás, te entregarás a una u otra. Servirás a un señor u otro señor: Al Dios vivo y verdadero. Al que es el Camino, la Verdad y la Vida o al dios dinero, Mammón, que viene a significar cuando tu corazón se inclina hacia la avaricia y la riqueza. En tu actuar se va a ver si eres un administrador fiel o infiel. Si perteneces a los hijos de la luz o de las tinieblas.

La llamada de atención de Jesús es bastante clara: «Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Lc 12,33-34). Estad en vela. Estad despiertos y disponibles para poder encarnar el Mandamiento nuevo de Jesús: «Como yo os he amado» (Jn 15,12), para no perder el norte de lo que tiene que ser nuestra vida de amigos no siervos.

Acumular riquezas. Tratar de buscar tablas de salvación en nuestros egoísmos. Poner siempre por bandera en nuestra vida los intereses particulares. No entregarnos del todo ni confiar en todo momento porque siempre buscamos aferrarnos a algo material que nos dé una esperanza caduca y marchita. Mal vivir una existencia cargada de excusas, de rencores, envidias, en las que por estar centradas en ellas nunca nos sorprende un rayo de alegría. De esa manera se pierde la vida. O mejor dicho se ahoga la vida. Aparece una continua polilla que nos va minando por dentro y no nos deja huecos, insensibles. Aparece el ladrón que nos roba la paz, la alegría. Aparece una especie de óxido que le quita todo el brillo a nuestra mirada y la apartamos de la cruz de Cristo. Sin embargo, Dios conoce nuestros corazones y nos llama a vivir fiel, coherentemente, justamente, libremente, compasivamente, como hijos de la luz.

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