Hay que echar el vino nuevo en odres nuevos

Hay que echar el vino nuevo en odres nuevos

Evangelio según San Mateo 9,14-17

Los seguidores de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron: Nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia: ¿Por qué tus discípulos no ayunan? Jesús les contestó: ¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. Nadie remienda un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque lo nuevo encoge y tira del vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos, para que se conserven ambas cosas”.

Comentario del Evangelio

Interpretar los “signos de los tiempos”. La vida cristiana no supone sólo hacer el bien y evitar el mal, sino hacer en cada momento lo que Dios quiere y cumplir, en todo, su voluntad: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 4,34), como dice Jesús. El “vino nuevo” de la gracia que Cristo, el Esposo prometido, nos ofrece, reclama “odres nuevos”, es decir, docilidad, prudencia y diligencia, para que su gracia “no caiga en saco roto”. No basta con hacer “lo que siempre se ha hecho”, es necesario interpretar los “signos de los tiempos” con la luz de la fe. “Dame, Señor, sabiduría y consejo”.

Libro de Génesis 27,1-5.15-29

Cuando Isaac envejeció, sus ojos se debilitaron tanto que ya no veía nada. Entonces llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: “¡Hijo mío!”. “Aquí estoy”, respondió él. “Como ves, continuó diciendo Isaac, yo estoy viejo y puedo morir en cualquier momento. Por eso, toma tus armas – tu aljaba y tu arco – ve al campo, y cázame algún animal silvestre. Después prepárame una buena comida, de esas que a mí me gustan, y tráemela para que la coma. Así podré darte mi bendición antes de morir”. Rebeca había estado escuchando cuando Isaac hablaba con su hijo Esaú. Y apenas este se fue al campo a cazar un animal para su padre.

Después Rebeca tomó una ropa de su hijo mayor Esaú, la mejor que había en la casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor; y con el cuero de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello. Luego le entregó la comida y el pan que había preparado. Jacob se presentó ante su padre y le dijo: “¡Padre!”. Este respondió: “Sí, ¿quién eres, hijo mío?”. “Soy Esaú, tu hijo primogénito, respondió Jacob a su padre, y ya hice lo que me mandaste. Por favor, siéntate y come lo que cacé, para que puedas bendecirme”. Entonces Isaac le dijo: “¡Qué rápido lo has logrado, hijo mío!”. Jacob respondió: “El Señor, tu Dios, hizo que las cosas me salieran bien”. Pero Isaac añadió:

“Acércate, hijo mío, y deja que te toque, para ver si eres realmente mi hijo Esaú o no”. El se acercó a su padre; este lo palpó y dijo: “La voz es de Jacob, pero las manos son de Esaú”. Y no lo reconoció, porque sus manos estaban cubiertas de vello, como las de su hermano Esaú. Sin embargo, cuando ya se disponía a bendecirlo, le preguntó otra vez: “¿Tú eres mi hijo Esaú?”. “Por supuesto”, respondió él.

“Entonces sírveme, continuó diciendo Isaac, y déjame comer lo que has cazado, para que pueda darte mi bendición”. Jacob le acercó la comida, y su padre la comió; también le sirvió vino, y lo bebió. Luego su padre Isaac le dijo: “Acércate, hijo mío, y dame un beso”. Cuando él se acercó para besarlo, Isaac percibió la fragancia de su ropa. Entonces lo bendijo diciendo: “Sí, la fragancia de mi hijo es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido. Que el Señor te dé el rocío del cielo, y la fertilidad de la tierra, trigo y vino en abundancia. Que los pueblos te sirvan y las naciones te rindan homenaje. Tú serás el señor de tus hermanos, y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga”.

Salmo 135(134),1-2.3-4.5-6

¡Aleluya!
Alaben el nombre del Señor,
alábenlo servidores del Señor,
los que están en la Casa del Señor,

en los atrios del Templo de nuestro Dios.
Alaben al Señor, porque es bueno,
canten a su Nombre, porque es amable;
porque el Señor eligió a Jacob,

a Israel, para que fuera su posesión.
Sí, yo sé que el Señor es grande,
nuestro Dios está sobre todos los dioses.
El Señor hace todo lo que quiere

en el cielo y en la tierra,
en el mar y en los océanos.

Comentario de san Juan de la Cruz (1542-1591)  El Esposo está con ellos

Cuando uno ama y hace bien a otro, hácele bien y ámale según su condición y propiedades; y así tu Esposo, estando en ti, como quien él es te hace las mercedes. Porque, siendo él omnipotente, hácete bien y ámate con omnipotencia; y siendo sabio, sientes que te hace bien y ama con sabiduría; y siendo infinitamente bueno, sientes que te ama con bondad; y siendo santo, sientes que te ama y hace mercedes con santidad; y siendo él justo, sientes que te ama y hace mercedes justamente; siendo él misericordioso, piadoso y clemente, sientes su misericordia y piedad y clemencia; y siendo fuerte y subido y delicado ser, sientes que te ama fuerte, subida y delicadamente; y como sea limpio y puro, sientes que con pureza y limpieza te ama; y, como sea verdadero, sientes que te ama de veras.

Y como él sea liberal, conoces que te ama y hace mercedes con liberalidad sin algún interese, sólo por hacerte bien; y como él sea la virtud de la suma humildad, con suma bondad y con suma estimación te ama, e igualándote consigo, mostrándosete en estas vías de sus noticias alegremente, con este su rostro lleno de gracias y diciéndote en esta unión suya, no sin gran júbilo tuyo: Yo soy tuyo y para ti, y gusto de ser tal cual soy por ser tuyo y para darme a ti. ¿Quién dirá, pues, lo que sientes, ¡oh dichosa alma!, conociéndote así amada y con tal estimación engrandecida?

 

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