Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta

Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta

Evangelio según San Lucas 15,1-10

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo entonces esta parábola: Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice:

Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y les dijo también: Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.

Comentario del Evangelio

El evangelio de Lucas multiplica las escenas en las que aparece de relieve la misericordia de Dios, debido a que quiere mostrar que Dios tiene misericordia de todos. El evangelio hoy nos habla de la actitud permanente de Jesús de acoger y perdonar a los pecadores con los que se encontraba. Algo que fue criticado, de manera continua, por los fariseos y letrados, las autoridades religiosas de entonces. Por eso las tres parábolas son dirigidas a los fariseos y a los doctores de la ley que criticaban a Jesús y, de algún modo, son dirigidas al fariseo o al doctor de la ley que existe en cada uno de nosotros. Esta relevancia que Lucas le da a la misericordia de Dios está orientada a mostrar la actitud que se debe tener para con los demás.

Mirando algo del texto podríamos indicar que los fariseos y los escribas abandonaban a los pecadores y los excluían. Nunca irían tras la oveja perdida. Dejarían que se perdiera en el desierto. Prefieren a las 99 que no se perdieron. Y aquí se marca la diferencia, Jesús se pone en lugar de la oveja que se perdió, y que en aquel contexto de la religión oficial caería en la desesperación, sin esperanza de ser recibida.

¿Hoy es distinto cierto? Con nuestras actitudes hoy en día ¿seríamos de los que van tras la oveja perdida? ¿Piensas que la Iglesia de hoy es fiel a esta parábola de Jesús?

Lecturas del día

Carta de San Pablo a los Romanos 14,7-12

Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor. Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos. Entonces, ¿Con qué derecho juzgas a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? Todos, en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios, porque está escrito: Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, dice el Señor. Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios.

Salmo 27(26),1.4.13-14

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.

Nuestra tarea : Preocuparnos por la salvación del prójimo

Se acercaba a Jesús la gente de mala fama. Y Jesús los recibía y comía con ellos. Cuánto escándalo producía en los fariseos, qué lejos estaban de Dios sus corazones. La alegría de Jesús, y de todo el cielo, es la vuelta al redil de los descarriados. Jesús se fija más en el sufrimiento de una persona atrapada en el mal que en sus actos. Siendo clavado en la cruz, suplica al Padre por quienes le están matando, porque más que los clavos le duelen esas almas que se están perdiendo. Es el misterio del amor de Dios, que hace salir el sol sobre buenos y malos porque no puede dejar de amar a ninguno de los que ha creado. Pidámosle hoy al Señor sus ojos para mirar al prójimo con el mismo amor, y que ello nos mueva a preocuparnos por su salvación.

 

 

 

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