Evangelio según San Lucas 11,27-28
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron. Jesús le respondió: Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.
Comentario del Evangelio
¿Cuál es la verdadera bienaventuranza? A menudo caemos en la trampa de pensar que no somos felices porque no hemos nacido de una manera, no vivimos en tal lugar, no somos de esta forma o de otra. Y somos infelices alimentando esas ideas. Contra esos pensamientos ilusorios, Jesús nos lleva a la verdad del Evangelio, explicándonos que la mayor fuente de felicidad es siempre accesible a todos. La verdadera bienaventuranza consiste en escuchar con el corazón la Palabra de Dios y ponerla en práctica. ¿No habrá llegado ya la hora de arriesgarnos y hacerlo?
Lecturas del dia
Carta de San Pablo a los Gálatas 3,22-29
Hermanos: De hecho, la Ley escrita sometió todo al pecado, para que la promesa se cumpla en aquellos que creen, gracias a la fe en Jesucristo.Antes que llegara la fe, estábamos cautivos bajo la custodia de la Ley, en espera de la fe que debía ser revelada. Así, la Ley nos sirvió de guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe.
Y ahora que ha llegado la fe, no necesitamos más de un guía. Porque todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa.
Salmo 105(104),2-3.4-5.6-7
Canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro!
recuerden las maravillas que él obró,
sus portentos y los juicios de su boca!
Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.
Sermón de San Bernardo (1091-1153) Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón
El que me ama –nos dice– guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a Él. (Jn 14,23). He leído en otra parte: El que teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama, porque éste guardará su palabra. ¿Y dónde va a guardarla? En el corazón sin duda alguna, como dice el profeta: En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti. (Sal. 118,11).
Así es cómo has de cumplir la palabra de Dios, porque son dichosos los que la cumplen. Es como si la palabra de Dios tuviera que pasar a las entrañas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta. Haz del bien tu comida, y tu alma disfrutará con este alimento sustancioso. Y no te olvides de comer tu pan, no sea que tu corazón se vuelva árido: por el contrario, que tu alma rebose completamente satisfecha.
Si es así cómo guardas la palabra de Dios, no cabe duda que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti en compañía del Padre, vendrá el gran
Profeta, que renovará Jerusalén, el que lo hace todo nuevo. (Hch. 3,22; Jl 4,1; Ap 21,5).