Escogió el Señor a otros setenta y dos

Escogió el Señor a otros setenta y dos

Evangelio según San Lucas 10,1-9

En aquel tiempo escogió también el Señor a otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir. Les dijo: Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedidle al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla. Andad y ved que os envío como a corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni monedero ni sandalias, y no os detengáis a saludar a nadie en el camino. Cuando entréis en una casa, saludad primero diciendo: Paz a esta casa. Si en ella hay gente de paz, vuestro deseo de paz se cumplirá; si no, no se cumplirá. Y quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, pues el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde os reciban bien, comed lo que os ofrezcan; y sanad a los enfermos del lugar y decidles: El reino de Dios ya está cerca de vosotros.

Comentario del Evangelio

En las cosas de Dios no pensemos que somos sembradores llenos de méritos, los autores de las cosas buenas. Quien derrama su gracia y siembra en los corazones es Dios, y Él manda obreros a la cosecha “a recogerla”. Cuando nos envía delante de Él, es porque Él mismo ya estuvo sembrando en los demás. Nosotros motivamos, alentamos, acompañamos eso que fue sembrado, para ayudar a que termine dando fruto y para recogerlo con gratitud. Por eso tiene tanto sentido orar por los demás, rogarle al Señor que siembre y trabaje en sus corazones. Allí trabaja Él. Ellos podrán ahogar la semilla a causa de las espinas del mundo, que seducen y engañan, pero cerca de ellos estaremos nosotros, para acompañar todos los intentos del Señor con nuestra palabra y nuestro testimonio.

Lecturas del día

 Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 4,10-17b

Querido hermano: Demas me ha abandonado por amor a este mundo. Él se fue a Tesalónica, Crescente emprendió viaje a Galacia, y Tito, a Dalmacia. Solamente Lucas se ha quedado conmigo. Trae contigo a Marcos, porque me prestará buenos servicios. A Tíquico lo envié a Efeso. Cuando vengas, tráeme la capa que dejé en Tróade, en la casa de Carpo, y también los libros, sobre todo, los rollos de pergamino. Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho daño: el Señor le pagará conforme a sus obras.

Ten cuidado de él, porque se opuesto encarnizadamente a nuestra enseñanza. Cuando hice mi primera defensa, nadie me acompañó, sino que todos me abandonaron. ¡Ojalá que no les sea tenido en cuenta! Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos.

Salmo 145(144),10-11.12-13ab.17-18

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.

El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.

 

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