Evangelio según san Mateo 5,43-48
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Comentario del Evangelio
La indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. El perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos, cuando entre los discípulos se pensaba en la venganza. Jesús nos pide amar a los enemigos y nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos, sino también cuando percibimos alguna antipatía, alguna pequeña enemistad. (De una homilía del papa Francisco) Hoy nos preguntamos:
¿Oramos por los que no nos quieren?
¿Solamente oramos por nuestros seres queridos?
¿Oramos por nuestros enemigos?
Lecturas del día
Primer Libro de los Reyes 21,17-29
Después que murió Nabot, la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: “Baja al encuentro de Ajab, rey de Israel en Samaría. Ahora está en la viña de Nabot: ha bajado allí para tomar posesión de ella. Tú le dirás: Así habla el Señor: ¡Has cometido un homicidio, y encima te apropias de lo ajeno! Por eso, así habla el Señor:
En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, allí lamerán tu sangre”. Ajab respondió a Elías: “¡Me has sorprendido, enemigo mío!”. “Sí, repuso Elías, te he sorprendido, porque te has prestado a hacer lo que es malo a los ojos de Señor. Yo voy a atraer la desgracia sobre ti: barreré hasta tus últimos restos y extirparé a todos los varones de la familia de Ajab, esclavos o libres en Israel.
Dejaré tu casa como la de Jeroboám, hijo de Nebat, y como la de Basá, hijo de Ajías, porque has provocado mi indignación y has hecho pecar a Israel. Y el Señor también ha hablado contra Jezabel, diciendo: Los perros devorarán la carne de Jezabel en la parcela de Izreel.
Al de la familia de Ajab que muera en la ciudad, se lo comerán los perros, y al que muera en despoblado, se lo comerán los pájaros del cielo”. No hubo realmente nadie que se haya prestado como Ajab para hacer lo que es malo a los ojos del Señor, instigado por su esposa Jezabel. El cometió las peores abominaciones, yendo detrás de los ídolos, como lo habían hecho los amorreos que el Señor había desposeído delante de los israelitas.
Cuando Ajab oyó aquellas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un sayal sobre su carne, y ayunó. Se acostaba con el sayal y andaba taciturno. Entonces la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: “¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de mí? Porque se ha humillado delante de mí, no atraeré la desgracia mientras él viva, sino que la haré venir sobre su casa en tiempos de su hijo”.
Salmo 51(50),3-4.5-6a.11.16
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti sólo pequé
Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.
¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
Del libro de poesías de san Gregorio de Narek (c. 944-c. 1010) A fin de ser verdaderos hijos de vuestro Padre…, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos
Son numerosas mis deudas y superan toda cifra,
sin embargo no son tan sorprendentes como tu misericordia.
Múltiples son mis pecados,
pero son todavía pequeños, comparados con tu perdón. (…)
¿qué es lo que puede hacer un poco de tiniebla
a tu luz divina?
¿Cómo puede una pequeña oscuridad rivalizar
con tus rayos, tu que eres tan grande?
¿Cómo la concupiscencia de mi frágil cuerpo
puede ponerse en la balanza
con la Pasión de tu cruz?
¿Qué pueden parecer a los ojos de tu bondad, oh Todopoderoso,
los pecados de todo el universo?
He aquí que son (…) como una burbuja de agua
que por la caída de tu lluvia abundante,
desaparece inmediatamente. (…)
Eres tú quien da el sol
a los malos y a los buenos,
y haces llover para los dos indistintamente. (…)
Para unos es grande la paz a causa de la espera de la recompensa; (…)
pero a aquellos que han preferido la tierra,
por tu misericordia los perdonas:
tú les das también un remedio de vida con los primeros;
tú esperas siempre que retornen a ti.