Evangelio según San Mateo 7,21.24-27
Jesús dijo a sus discípulos:
No son los que me dicen: Señor, Señor, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato,que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande.
Comentario del Evangelio
Edificar nuestra vida con sabiduría
Si hay algo que los hombres deseamos es que, aquello que construimos, no sea en balde, sino que permanezca. Si esto es así en cualquier empresa o actividad, ¿cuánto más lo desearemos en nuestras vidas? Hoy el Señor nos invita a edificar nuestra vida y a hacerlo con sentido, con sabiduría. La clave nos la revela Él mismo con su vida y su Palabra: “Entrarán en el reino de los cielos, los que hacen la voluntad de mi Padre celestial”.
Señor Jesucristo, ayúdame a edificar mi vida sobre roca, a escuchar tu Palabra y a dejarme moldear por ella. Que no sea sordo a tu llamada, sino presto y diligente para poder vivir sabiamente.
Lecturas del día
Libro de Isaías 26,1-6
Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá: Tenemos una ciudad fuerte, el Señor le ha puesto como salvaguardia muros y ante muros. Abran las puertas, para que entre una nación justa, que se mantiene fiel. Su carácter es firme, y tú la conservas en paz, porque ella confía en ti. Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna. El doblegó a los que habitaban en la altura, en la ciudad inaccesible; la humilló hasta la tierra, le hizo tocar el polvo. Ella es pisoteada por los pies del pobre, por las pisadas de los débiles.
Salmo 118(117),1.8-9.19-21.25-27a
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.
«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.»
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, y él nos ilumina».
Sermones de san Agustín (354-430) Construir una casa
El salmista dice: «Grande es el Señor y muy digno de alabanza» (95,4). ¿Quién es este Señor grande y digno de alabanza si no el mismo Jesucristo? Seguro que sabéis que se apareció como hombre; sabéis que fue concebido en el seno de una mujer, que nació de su seno, que fe amamantado, llevado en sus brazos, circuncidado y que por él se presentó una ofrenda (Lc 2,24), y que creció. Sabéis también que fue abofeteado, cubierto de salivazos, coronado de espinas y crucificado, y que murió y fue traspasado por una lanza. Sabéis que sufrió todo esto: sí, «grande es el Señor y muy digno de alabanza».
Guardaos bien de menospreciar su pequeñez; comprended su grandeza. Se hizo pequeño porque vosotros erais pequeños: comprended también cuán grande es, y seréis grandes con él. Es así como se construye una casa, así es como se levantan los grandes muros de una casa. Las piedras que traen para construir este edificio se hacen grandes: creced también vosotros, comprended cuán grande es Cristo, cuán grande es, muy grande, el que parece pequeño…
¿Qué puede decir la lengua humana para alabar al que es grande? Al decir «muy» grande, lo que hace es esforzarse para expresar lo que siente y cree…, pero es como si dijera: «Eso que no puedo expresar, intenta captarlo con el pensamiento; y, sin embargo, debes saber que eso que habrás captado es muy poca cosa». Lo que sobrepasa a todo pensamiento ¿cómo puede una lengua cualquiera traducirlo?
«¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza!» Que él sea alabado, predicado, que sea anunciada su gloria, y sea elevada su mansión.