El que cree en el Hijo tiene vida eterna

El que cree en el Hijo tiene vida eterna

Evangelio según San Juan 3,31-36

En aquel tiempo dijo Jesús: El que viene de arriba está sobre todos. El que es de la tierra es terrenal y habla de las cosas de la tierra. En cambio, el que viene del cielo está sobre todos y habla de lo que ha visto y oído. Sin embargo, nadie cree lo que él dice. Pero el que lo cree, confirma con ello que Dios dice la verdad; pues el que ha sido enviado por Dios habla las palabras de Dios, porque Dios da abundantemente su Espíritu. El Padre ama al Hijo y le ha dado poder sobre todas las cosas. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no quiere creer en el Hijo no tendrá esa vida, sino que recibirá el terrible castigo de Dios.

Comentario del Evangelio

Dios no está lejos, no nos niega su fuerza y su luz. En los peores momentos estamos llamados a descubrir el poder que él nos ofrece. Como dice este texto, Dios da abundantemente su Espíritu. Pero ha querido derramarlo a través de Jesús, lleno del Espíritu Santo, porque el Padre ama al Hijo y le ha dado poder. De la humanidad del Hijo de Dios, llena del Espíritu, desborda para nosotros la fuerza de la vida divina. Por eso decimos que el corazón sagrado de Jesús es la preciosa fuente del Espíritu Santo para nosotros. De su costado herido brota para nosotros la verdadera vida y allí podemos beber consuelo, esperanza, fortaleza. Con la fe nos abrimos para recibir ese poder, porque “el que cree en el Hijo tiene vida eterna.

Lecturas del día

Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,27-33

Los guardias hicieron comparecer a los Apóstoles ante el Sanedrín, y el Sumo Sacerdote les dijo: Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre! Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del patíbulo. A él Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obedecen. Al oír estas palabras, ellos se enfurecieron y querían matarlos.

Salmo 34(33),2.9.17-18.19-20 

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en El se refugian!

pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos.

Comentario del Evangelio por  San Vicente de Paúl (1581-1660)  Al que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida

Dios nos da sus gracias según las necesidades que tenemos. Dios es una fuente de la cual cada uno saca agua según las necesidades que tiene. Así la persona que necesita seis cubos de agua, saca seis; el que tres, tres; un pájaro que necesita sólo un picoteado sólo picotea; un peregrino, con el hueco de su mano puede saciar su sed: lo mismo nos ocurre a nosotros con respecto a Dios.

Con gran fervor, debemos permanecer fieles a la lectura de un capítulo del Nuevo Testamento y a hacer, desde el principio, los actos: de adoración, adorando la palabra de Dios y su verdad; entrar en los sentimientos con los cuales nuestro Señor los pronunció, y consentir en estas verdades; adherirse a la práctica de estas mismas verdades… Sobre todo hay que estar en guardia de leer sólo por estudio, diciendo: “Este pasaje me servirá para tal predicación”, y leer exclusivamente para nuestro ascenso.

No hay que desanimarse, si, habiéndolo leído muchas veces, un mes, dos meses, seis meses, no se es tocado. Pasará que una vez tendremos una pequeña luz, otro día una mayor, y todavía más grande cuando lo necesitemos. Una sola palabra es capaz de convertirnos; sólo hace falta una.

 

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