Evangelio según San Juan 10,11-18
En aquel tiempo dijo Jesús: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; pero el que trabaja solamente por el salario, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor ni son suyas las ovejas. Entonces el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. Ese hombre huye porque lo único que le importa es el salario, no las ovejas. Yo soy el buen pastor. Como mi Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, así conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traer. Ellas me obedecerán, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volverla a recibir. Esto es lo que me ordenó mi Padre.
Comentario del Evangelio
Jesús dice tres veces que él, como buen Pastor, da la vida. Esta misión de “dar la vida” tiene dos sentidos. Por una parte, es entregarla, es exponerse a todo para salvar a las ovejas, es dar la sangre por ellas si es necesario, a diferencia de los falsos pastores que no saben cuidar. Su actitud es darse sin esperar algo a cambio, no como un asalariado que trabaja sólo por dinero. Pero hay otra forma de dar la vida, que es compartir su vida con las ovejas, entrar en amistad con ellas, derramarse en ellas. Porque Jesús conoce íntimamente a las ovejas y se une a ellas en íntima comunión. Él se presenta como ese pastor a tiempo completo, capaz de conocernos como nadie nos conoce, porque todos somos importantes y sagrados para él. Señor Jesús, tú eres mi buen Pastor. Quisiera dejarme cuidar por ti y escuchar tu voz cada día. Da hoy de tu vida a quien más te necesite
Lecturas del día
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 4,8-12
En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido en nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
Sal 117,1.8-9.21-23.26.28-29
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tu eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-2)
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Comentario del Evangelio por Basilio de Seleucia (¿-c. 468) El buen Pastor da su vida por sus ovejas
«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas». Pilatos vio a ese pastor; los judíos lo vieron, lo condujeron a la cruz por causa de su manada, como el coro de los profetas lo había anunciado claramente antes de la Pasión: «Como un cordero, fue llevado al matadero, como una oveja muda cuando la esquilan» (Is 53:7). No rehúsa la muerte, no le huye al juicio, no rechaza a los que lo crucifican.
No fue sometido a la Pasión: él la deseó por sus ovejas. «Tengo el poder de entregar mi vida, dijo él mismo, y el poder de retomarla». Él destruye el sufrimiento por el sufrimiento de su Pasión, la muerte por su muerte. Por su tumba, abre las tumbas. Sacude el lugar adónde duermen los muertos, le hace saltar los cerrojos. Las tumbas están selladas y la prisión cerrada mientras que el Pastor no desciende en la muerte para ir a anunciar la liberación a aquellas ovejas suyas que se habían adormecido (1P 3:19). Lo vemos bajar adónde duermen los muertos: les da la orden de salir, lo vemos renovar incluso allí el mismo llamado a la vida. «El buen pastor da su vida por sus ovejas»: es así que busca el amor de sus ovejas. Quien ama a Cristo, es aquél que escucha su voz.