Evangelio según san Mateo 9,14-15
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: ¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos? Jesús les respondió: ¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Comentario del Evangelio
El evangelio de hoy nos propone abordar el tema del ayuno. El ayuno es una costumbre muy antigua. Jesús mismo lo practicó durante cuarenta días. Sin embargo, él no insiste con los discípulos para que hagan lo mismo; les deja libertad. El ayuno es una práctica de austeridad y penitencia, no de tiempos festivos. Jesús, como el novio que concreta la Alianza entre Dios y el pueblo, hace presente el tiempo de fiesta del Reino en el banquete que el Padre ofrece a la humanidad. Por eso, estando junto a Jesús no tenía sentido ayunar. Pero, en su ausencia, la comunidad volverá a ayunar, teniendo siempre presente el sentido que los profetas anunciaron para esta práctica piadosa. Hoy nos preguntamos:
¿Qué formas de ayunos practico?
¿De qué forma podría hacerlo si no lo hago?
¿Sólo dejando de comer algo en particular estoy ayunando?
Lecturas del día
Libro de Isaías 58,1-9a
Así habla el Señor Dios: ¡Grita a voz en cuello, no te contengas, alza tu voz como una trompeta: denúnciale a mi pueblo su rebeldía y sus pecados a la casa de Jacob! Ellos me consultan día tras día y quieren conocer mis caminos, como lo haría una nación que practica la justicia y no abandona el derecho de su Dios; reclaman de mí sentencias justas, les gusta estar cerca de Dios: “¿Por qué ayunamos y tú no lo ves, nos afligimos y tú no lo reconoces?”. Porque ustedes, el mismo día en que ayunan, se ocupan de negocios y maltratan a su servidumbre.
Ayunan para entregarse a pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas. ¿Es este acaso el ayuno que yo amo, el día en que el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza como un junco, tenderse sobre el cilicio y la ceniza: ¿a eso lo llamas ayuno y día aceptable al Señor? Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí estoy!”.
Salmo 51(50),3-4.5-6a.18-19
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti sólo pequé
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
Himno de san Romano el Melódico (?-c. 560) Entonces ayunarán
Entrégate, alma mía, al arrepentimiento; únete a Cristo por el pensamiento; grita gimiendo: “Concédeme el perdón de mis malas acciones, con el fin de que reciba de ti, que sólo eres bueno (Mc 10,18), la absolución y la vida eterna “… Moisés y Elías, estas torres de fuego, eran grandes en sus obras… Son los primeros entre los profetas, hablaban libremente a Dios, les gustaba acercársele para rogarle y dialogar con él cara a cara (Ex 34,5 1R 19,13) – cosa asombrosa e increíble. Sin embargo, procuraban recurrir al ayuno, que los llevaba a Dios (Ex 34,28; 1R 19,8). El ayuno, con las obras, proporciona pues la vida eterna.
Por el ayuno, los demonios son rechazados como por una espada, porque no soportan las alegrías; lo que les gusta, es el jugador y el borracho. Pero si miran de cara el ayuno, no lo pueden ver; huyen muy lejos, como nos enseña Cristo, nuestro Dios, diciendo: “Por el ayuno y la oración caen los demonios” (cf Mc 9,29). Por eso nos enseña que el ayuno les da a los hombres la vida eterna…
El ayuno conduce a los que lo practican, a la casa paternal de donde Adán fue expulsado… Es Dios mismo, el amigo de los hombres (Sb 1,6), quien primero había confiado al ayuno, al hombre al que había creado, como a una madre cariñosa, como a un maestro. De un solo árbol le prohibió comer (Gn 2,17). Y si el hombre hubiera observado este ayuno, habría vivido con los ángeles. Pero lo rechazó y encontró penas y muerte, la aspereza de las espinas y de las zarzas, y la angustia de una vida dolorosa (Gn 3,17s). ¡Entonces, si en el Paraíso el ayuno se revela provechoso, cuánto más lo es aquí abajo, para proporcionarnos la vida eterna!