Efatá, es decir, Abrete

Efatá, es decir, Abrete

Evangelio según San Marcos 7,31-37

Jesús volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón y los pueblos de la región de Decápolis, llegó al lago de Galilea. Allí le llevaron un sordo y tartamudo, y le pidieron que pusiera su mano sobre él. Jesús se lo llevó a un lado, aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua. Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre: ¡Efatá! es decir, ¡Ábrete! Al momento se abrieron los oídos del sordo, su lengua quedó libre de trabas y hablaba correctamente. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo contaban ellos. Llenos de asombro, decían: Todo lo hace bien. ¡Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos!

Comentario del Evangelio

Todo lo hace bien. Jesús se lleva a un lado a este hombre que no puede oír ni hablar bien. Lo aleja de la gente. Parece que quisiera estar lejos del barullo y del griterío, a solas con él, para poder prestarle toda la atención. Muchas veces también a nosotros el ruido de la vida cotidiana nos aturde. Y eso hace que no escuchemos bien, ni hablemos bien. Surgen los malentendidos, las murmuraciones, las críticas… Los muros que nos separan y hacen que no nos entendamos. Entonces Jesús nos pide que nos apartemos un poco, que hagamos silencio y que le prestemos atención a Él. Y nos toca, derribando esos muros que nos bloquean para que, de nuevo, podamos escuchar y hablar bien.

Lecturas del día

Libro de Génesis 3,1-8

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer:

¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín? La mujer le respondió: Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte.

La serpiente dijo a la mujer: No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal. Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.

Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín.

Salmo 32(31),1-2.5.6.7

¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,

y en cuyo espíritu no hay doblez!
Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”.

¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas

no llegarán hasta ellos.
Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas con la alegría de la salvación.

Odas de Salomón (texto cristiano hebraico de principio del siglo II)   Su lengua se desató, y hablaba correctamente

Él ha llenado mi boca con palabras de Verdad
para que yo pueda comunicarlas:
Como caudal de aguas
fluye la Verdad de mi boca,
y mis labios declaran Su fruto.

Él ha hecho que su Conocimiento abunde en mí,
porque la boca del Señor
es la Palabra verdadera
y la puerta que conduce a su Luz.
El Altísimo ha estipulado sus palabras,
las cuáles expresan su propia Belleza;
repiten sus alabanzas
y son informadoras de sus consejos;
heraldos de sus pensamientos
y correctoras de sus siervos.

Porque lo sutil de la Palabra es inexpresable,
y como lo que expresa es su rapidez y fuerza.
Su rumbo no conoce límites. Nunca falla, pues es siempre certera,
no se ve donde desciende ni hacia donde se dirige.
Así es su labor y su propósito:
es la luz y el amanecer de los pensamientos.
Por ella los mundos hablan uno al otro;
y en la Palabra estuvieron aquellos que fueron silenciados;
De ella vienen el Amor y la Armonía que comunica a los suyos;
a los que han sido traspasados por la Palabra;

Y así ellos pudieron conocer a quién los creo,
porque estuvieron en comunión
y la boca del Altísimo les habló,
y su explicación corría por su cuenta.

Porque la morada de la Palabra es el hombre:
y su Verdad es Amor.
Benditos son los que por medio de ella
han entendido todo, y han percibido
al Señor en su Verdad. Aleluya.

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