Evangelio según san Mateo 7, 7-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».
Comentario
“Bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado”
Estos primeros días del mes de octubre coinciden con la recolección de muchas cosechas. Es un momento para dar gracias a Dios por ello. Moisés recuerda al pueblo cómo el Señor le ha introducido una tierra bien fértil, con abundantes frutos. “Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena”, que describe con los frutos que produce: “tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras, ganados, tierra e olivares y de miel… entonces comerás hasta hartarte, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado”. Y le recuerda también, que no se olvide nunca que es Dios el que le ha regalado esta generosa tierra… “No te olvides del Señor tu Dios” con todos los beneficios que te ha otorgado “y no digas por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas”.
Este esquema de la actuación de Dios con su pueblo en el AT, es el mismo que emplea con nosotros los cristianos, ya en el Nuevo Testamento. Y nuestra postura ha de tener dos actitudes principalmente: en primer lugar, agradecer a Dios todos los bienes que nos ha dado, siendo el principal su Hijo Jesús como nuestro amigo. En segundo lugar, hemos de trabajar con esos dones en la dirección de vivir el evangelio y de extenderlo “por todo el mundo”, para que sus dones, su amistad, su salvación llegue a “toda la tierra”.
“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá”
Ante estas palabras de Jesús, donde nos invita a pedir, buscar y llamar, sin olvidar las otras dos, nos solemos fijar principalmente en la primera: “Pedid y se os dará”, entre otros motivos porque tenemos conciencia de pedir algunas cosas al Señor que no nos concede.
Una cierta explicación es la siguiente: Jesús está dispuesto a concedernos todo lo que le pidamos si está en consonancia con su evangelio… pero no siempre nuestras peticiones van en esa línea.
Por otro lado, y para que nuestra peticiones no se queden en algo pasivo, Jesús nos invita a conjugar otros dos verbos bien activos. Nos invita a que no nos quedemos con los brazos cruzados, sino que busquemos y que hagamos el esfuerzo de poner todo lo que está de nuestra parte en buscar aquello que pedimos. En la misma línea está la actitud de llamar… debemos llamar para que se nos abran las puertas donde se encuentra lo pedido y deseado.
Hagamos caso, una vez más, a Jesús, nuestro Maestro, y pidámosle que nos ayude a conjugar siempre unidos estos tres verbos: pedir, buscar y llamar en relación con el evangelio.
Lecturas del día
Lectura del libro del Deuteronomio 8, 7-18
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas y de cuyos montes sacarás cobre, entonces comerás hasta saciarte y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado. Guárdate de olvidar al Señor, tu Dios, no observando sus preceptos, sus mandatos y sus decretos que yo te mando hoy.
No sea que, cuando comas hasta saciarte, cuando edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu oro, y abundes en todo, se engría tu corazón y olvides al Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con serpientes abrasadoras y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con su maná que no conocían tus padres, para afligirte y probarte, y para hacerte el bien al final. Y no pienses: “Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas”.
Acuérdate del Señor, tu Dios: que es el quien te da la fuerza para adquirir esa riqueza, a fin de mantener la alianza que juró a tus padres, como lo hace hoy».
Salmo de hoy
Salmo 1 Crón 29, 10bc. 11abc. 11d-12a. 12bcd R/. Tú eres Señor del universo.
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R/.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad
porque tuyo es cuanto hay en el cielo y tierra. R/.
Tú eres rey y soberano de todo
de ti viene la riqueza y la gloria. R/.
Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 17-21
Hermanos:
Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargo el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.