Dichosos los pobres

Dichosos los pobres

Evangelio según San Lucas 6,20-26

Jesús miró a sus discípulos y les dijo: Dichosos vosotros los pobres, porque el reino de Dios os pertenece. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis satisfechos. Dichosos los que ahora lloráis, porque después reiréis. Dichosos vosotros cuando la gente os odie, cuando os expulsen, cuando os insulten y cuando desprecien vuestro nombre como cosa mala, por causa del Hijo del hombre. Alegraos mucho, llenaos de gozo en aquel día, porque recibiréis un gran premio en el cielo; pues también maltrataron así sus antepasados a los profetas. Pero ¡ay de vosotros los ricos, porque ya habéis tenido vuestra alegría! ¡Ay de vosotros los que ahora estáis satisfechos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque vais a llorar de tristeza! ¡Ay de vosotros cuando todos os alaben, porque así hacían los antepasados de esta gente con los falsos profetas!

Comentario  del Evangelio

Según la narración de Lucas, Jesús se dirige a los pobres a secas, a los que pasan hambre y lloran en su miseria y su angustia. No son los pobres “de espíritu” sino los que soportan las peores penurias. A ellos se les promete un premio celestial abundante y pueden saberse especialmente amados por el Padre. Pero al mismo tiempo se dirige a los ricos, cómodos y satisfechos, diciéndoles “¡ay de vosotros!”. Su conversión no puede quedarse en lo íntimo del corazón. Debe llevarles a cambiar también su actitud ante las posesiones y ante el propio bienestar. No hay esperanza alguna en el poder mundano, porque esas glorias terrenas nada valen a los ojos de Dios y terminarán dejando el corazón sumido en la angustia y el vacío: “¡ay de vosotros!”

Lecturas del  día

Carta I de San Pablo a los Corintios 7,25-31 

Hermanos: Acerca de la virginidad, no tengo ningún precepto del Señor. Pero hago una advertencia, como quien, por la misericordia del Señor, es digno de confianza. Considero que, por las dificultades del tiempo presente, lo mejor para el hombre es vivir sin casarse.  ¿Estás unido a una mujer? No te separes de ella. ¿No tienes mujer? No la busques. Si te casas, no pecas. Y si una joven se casa, tampoco peca. Pero los que lo hagan, sufrirán tribulaciones en su carne que yo quisiera evitarles. Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; lo que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.

Salmo 45(44),11-12.14-15.16-17

¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
Él es tu señor: inclínate ante él.

Embellecida con corales engarzados en oro
y vestida de brocado, es llevada hasta el rey.
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían.

Con gozo y alegría entran al palacio real.
Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres,
y los pondrás como príncipes por toda la tierra.

 

Comentario del Evangelio por  Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157)  Bienaventurados los pobres…

Con razón el Señor, proclamando la bienaventuranza de los pobres, no dice: “El Reino de los cielos será” pero “es a ellos “… los que están próximos al Reino de Dios, son aquellos que ya poseen y llevan en su corazón al Rey que dijo que servir, es reinar… Otros se pelean por compartir el legado de este mundo: «El Señor es el lote de mi heredad y mi copa» (Sal. 15,5).

Que disputen entre ellos quién será el más miserable: yo no envidio nada de lo que buscan, porque mi alma y yo, «tendremos nuestras delicias en el Señor» (Sal. 103,34). Tú, ¡la herencia gloriosa de pobres! ¡Bienaventurada riqueza de quienes no tienen nada! Tú, no sólo nos proporcionas todo lo que necesitamos, sino que también, estás llena de gloria y desbordas de alegría, porque eres «la medida sobreabundante que se derrama en nuestro seno” (Lc 6,38)…Que vuestra alma…se gloríe en su humildad, vosotros los pobres, y que mire con desdén toda grandeza de este mundo… Los bienes eternos están preparados y tú ¿los preferirás a las cosas pasajeras, similares a un sueño?…

Como son desafortunados, los que la bienaventurada pobreza hacía dignos de ser herederos del cielo, admirados por el mundo y temidos por el infierno, y que a continuación, en la ceguera de su espíritu, han considerado la pobreza como una miseria y la humildad como una cobardía; que han querido hacerse ricos y han caído en las trampas del diablo, ¡cuando todas las cosas les pertenecían!…En cuanto a vosotros, que tenéis por amiga a la pobreza y encontráis suave la humildad de corazón, la eterna Verdad os hace dignos de poseer el Reino de los cielos; y os guarda fielmente este Reino que os está reservado.

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