Evangelio según san Marcos 12, 13-17
Le enviaron a Jesús unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones. Ellos fueron y le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarlo o no? Pero Él, conociendo su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario. Cuando se lo mostraron, preguntó: ¿De quién es esta figura y esta inscripción? Respondieron: De César. Entonces Jesús les dijo: Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios. Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.
Comentario del Evangelio
No pocas ocasiones leemos en los Evangelios cómo los fariseos se interesan por Jesús de una manera hipócrita. Este trozo se le conoce como “La Trampa”. ¿Qué hizo Jesús? la resolvió con sabiduría abriendo una tercera respuesta y además, separó claramente el ámbito de las acciones y decisiones humanas de todas aquellas que son de Dios. Para muchos, las cosas del César son las cosas del mundo, las de Dios, son las cosas en las que el hombre se siente relegado a un mundo religioso. Como cristianos estamos llamados a impregnar con la fe cada acto de nuestra vida social y no sólo expresarla en el culto o los actos religiosos. Preguntémonos hoy:
¿Las cosas de Dios están solo en el templo?
¿Acaso no es todo de Dios en nuestro camino de seguimiento de Jesús?
Lecturas del día
Libro de Tobías 2,9-14
Aquella misma noche, después de bañarme, salí al patio y me acosté a dormir junto a la pared, con la cara descubierta a causa del calor. Yo no sabía que arriba, en la pared, había unos gorriones; de pronto, su estiércol caliente cayó sobre mis ojos, produciéndome unas manchas blancas. Me hice atender por los médicos, pero cuantos más remedios me aplicaban, menos veías a causa de las manchas, hasta que me quedé completamente ciego. Así estuve cuatro años privado de la vista, y todos mis parientes estaban afligidos. Ajicar me proveyó de lo necesario durante dos años, hasta que partió para Elimaida. Desde ese momento, mi esposa Ana empezó a trabajar en labores femeninas: hilaba lana, enviaba el tejido a sus clientes y recibía el pago correspondiente. Una vez, el siete del mes de Distros, terminó un tejido y lo entregó a sus clientes. Estos le pagaron lo que correspondía y, además, le regalaron un cabrito para comer.
Cuando entró en mi casa, el cabrito comenzó a balar. Yo llamé a mi mujer y le pregunté: “¿De dónde salió este cabrito? ¿No habrá sido robado? Devuélvelo a sus dueños, porque no podemos comer nada robado. Ella me respondió: ¡Pero si es un regalo que me han hecho, además del pago! Yo no le creí e insistía en que lo devolviera a sus dueños, llegando a enojarme con ella por este asunto. Entonces ella me replicó: ¿Para qué te sirvieron tus limosnas y tus obras de justicia? ¡Ahora se ve bien claro!
Salmo 112(111),1-2.7-9
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida.
No tendrá que temer malas noticias:
su corazón está firme, confiado en el Señor.
Su ánimo está seguro, y no temerá,
hasta que vea la derrota de sus enemigos.
Él da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad.
Enseñanza de Tertuliano (c. 155-c. 220) ¿De quién es esta imagen?
En la creación del mundo “todas las cosas fueron hechas por la Palabra de Dios y sin Él nada se hizo” (Jn 1,3). Cuando se trata de crear al hombre, también es la Palabra de Dios la que actúa, puesto que “sin la Palabra de Dios nada se ha hecho”. Dios, en efecto, dice esta palabra: “Hagamos al hombre”. Sin embargo para expresar la preeminencia de esta criatura sobre las demás, Dios la hizo con su propia mano: “Entonces el Señor modeló al hombre” (Gn 2,7)
“Y Dios, dice la Escritura, modeló al hombre del polvo del suelo”. Hasta ahora era barro pero ahora se ha hecho hombre. ¡Qué honor tan excelente para la especie, que es nada, ser tocado por las manos de Dios! ¿Este simple contacto no le era suficiente a Dios para formar al hombre? Más ha querido Dios trabajar este barro para que entendamos que es una obra extraordinaria.
Las manos de Dios iban trabajando, tocando, amasando, estirando, modelando este barro que no deja de ennoblecerse a cada toque de las manos divinas. ¡Dios ocupado en su imagen, dedicado por entero a su creación: manos, mirada, actividad, propósito, sabiduría, providencia, amor sobre todo orientan su trabajo! En esta especie que Él amasa, Dios ya ve a Cristo, que un día será hombre, como esta especie: Verbo hecho carne, como esta tierra que Él tiene entre las manos.
Este es el significado de la primera palabra del Padre a su Hijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”(Gn 1,26). Dios ha modelado al hombre según la imagen de Dios, es decir según la de Cristo…. Por lo tanto esta especie se reviste de la imagen de Cristo, tal como se manifestará en su encarnación futura, no es solamente obra de Dios, es también promesa de Dios.