Cuando los lleven ante las sinagogas el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir

Cuando los lleven ante las sinagogas el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir

Evangelio según San Lucas 12,8-12

Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios. Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios. Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir.

Comentario del Evangelio

La confesión de fe no consiste sólo en fórmulas que pronunciamos con la boca. Hay un credo que se expresa, o no se expresa, en nuestra forma de vivir, en su realidad más concreta. La forma cotidiana de vivir, el estilo de organizar lo que tenemos que hacer, el modo de relacionarnos, nuestras prioridades, las pequeñas o grandes opciones que tomamos, todo eso es un credo vital con el que afirmamos o negamos nuestra profesión de fe. Es un error creer que la vida es menos importante que las palabras. Si éstas no van unidas a la práctica, son pura paja. Necesitamos vivir cada día como el palco desde el que afirmamos o negamos a Dios.

Lecturas del dia

Carta de San Pablo a los Efesios 1,15-23

Por eso, habiéndome enterado de la fe que ustedes tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los hermanos, doy gracias sin cesar por ustedes recordándolos siempre en mis oraciones Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.

Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza.

Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. El puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas.

Salmo 8,2-3a.4-5.6-7

¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Tú, que afirmaste tu majestad sobre el cielo,
con la alabanza de los niños

y de los más pequeños,
erigiste una fortaleza contra tus adversarios
para reprimir al enemigo y al rebelde.
Al ver el cielo, obra de tus manos,

la luna y la estrellas que has creado:
¿Qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos.
Todo lo pusiste bajo sus pies.

Actas del martirio de san Justino y compañeros (c.163)   El Espíritu Santo os enseñará lo que tenéis que decir

Prendidos, pues, los santos citados, fueron presentados al prefecto de Roma, por nombre Rústico, que les preguntó: – ¿Qué doctrina profesas? Justino respondió: – He procurado tener noticia de todo linaje de doctrinas; pero sólo me he adherido a las doctrinas de los cristianos…

El prefecto Rústico dijo: – ¿Qué dogma es ése? Justino respondió: – El dogma que nos enseña a dar culto al Dios de los cristianos, al que tenemos por Dios único, el que desde el principio es hacedor y artífice de toda la creación, visible e invisible; y al Señor Jesucristo, por hijo de Dios, el que de antemano predicaron los profetas que había de venir al género humano, como pregonero de salvación y maestro de bellas enseñanzas.

Y yo, hombrecillo que soy, pienso que digo bien poca cosa para lo que merece la divinidad infinita, confesando que para hablar de ella fuera menester virtud profética, pues proféticamente fue predicho acerca de éste de quien acabo de decirte que es hijo de Dios. Porque has de saber que los profetas, divinamente inspirados, hablaron anticipadamente de la venida de Él entre los hombres.

El prefecto Rústico dijo: – ¿Dónde os reunís? ¿Dime dónde os reunís, quiero decir, en qué lugar juntas a tus discípulos? Justino respondió: – Yo vivo junto a cierto Martín, en el baño de Timiolino, y ésa ha sido mi residencia todo el tiempo que he estado esta segunda vez en Roma. No conozco otro lugar de reuniones sino ése. Allí, si alguien quería venir a verme, yo le comunicaba las palabras de la verdad.

El prefecto Rústico dijo: – Luego, en definitiva, ¿eres cristiano? Justino respondió: – Sí, soy cristiano.

El prefecto Rústico dijo a Caritón:  – Di tú ahora, Caritón, ¿también tú eres cristiano? Caritón respondió: – Soy cristiano por impulso de Dios.

El prefecto Rústico dijo a Caridad: – ¿Tú qué dices, Caridad? Caridad respondió: – Soy cristiana por don de Dios…

Peón se levantó y dijo: Yo también soy cristiano.

El prefecto Rústico dijo a Liberiano: – ¿Y tú qué dices? ¿También tú eres cristiano? ¿Tampoco tú tienes religión? Liberiano respondió: – También yo soy cristiano; en cuanto a mi religión, adoro al solo Dios verdadero.

El prefecto dijo a Justino: – Escucha tú, que pasas por hombre culto y crees conocer las verdaderas doctrinas. Si después de azotado te mando cortar la cabeza, ¿estás cierto que has de subir al cielo?  Justino respondió: – Si sufro eso que tú dices, espero alcanzar los dones de Dios; y sé, además, que a todos los que hayan vivido rectamente, les espera la dádiva divina hasta la conflagración de todo el mundo.

El prefecto Rústico dijo: – Así, pues, en resumidas cuentas, te imaginas que has de subir a los cielos a recibir allí no sé qué buenas recompensas.

Justino respondió: No me lo imagino, sino que lo sé a ciencia cierta y de ello tengo plena certeza.

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