Cuando digan si que sea si

Cuando digan si que sea si

Evangelio según San Mateo 5,33-37

En aquel tiempo dijo Jesús: También habéis oído que se dijo a los antepasados: No dejes de cumplir lo que hayas ofrecido bajo juramento al Señor. Pero yo os digo que no juréis por nada ni por nadie. No juréis por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni siquiera juréis por vuestra propia cabeza, porque no podéis hacer que os salga blanco o negro ni un solo cabello. Si decís Sí, que sea sí; y si decís No, que sea no. Lo que se aparta de esto, es malo.

Comentario del Evangelio

Quizás cuidamos nuestros comportamientos, pero no tanto nuestras palabras. Hoy mucha gente toma demasiado a la ligera lo que dice, y termina destruyendo el valor de la palabra. Jesús nos invita a darle un valor sagrado a lo que decimos, para que nuestras conversaciones sean instrumento de la verdad, para que la falsedad y la mentira no tengan lugar en nuestras vidas. De ese modo, jamás tendremos necesidad de jurar, porque los demás le darán importancia a nuestra palabra, confiarán en ella. Hoy no es fácil confiar, ya que la palabra está muy manoseada y desfigurada, y no sólo por los políticos y los periodistas. Pero tú habla de tal manera que los demás puedan confiar en tu palabra, y también de ese modo serás un reflejo de Jesús y de su Evangelio.

Lecturas del día

 Primer Libro de los Reyes 19,19-21

En aquellos días: Elías partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré. Elías le respondió: Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo? Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio.

Salmo 16(15),1-2a.5.7-8.9-10

Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte!

Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré.

Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas
y todo mi ser descansa seguro:
porque no me entregarás a la Muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.

Comentario del Evangelio por  Doroteo de Gaza (c. 500 -?)  La nueva Ley: “Yo les digo”

La ley decía: “ojo por ojo, diente por diente” (Ex. 21. 24).Pero el Señor exhorta no sólo a recibir con paciencia el golpe de quien nos abofetea, sino más aun a presentarle humildemente la otra mejilla. (Mt. 5,38-39). Pues el objeto de la ley era enseñarnos a no hacer lo que no queríamos sufrir. Nos impedía pues hacer el mal, por miedo de sufrir. Pero lo que ahora se pide, lo repito, es arrojar el odio, el amor del placer, el amor de la gloria y demás pasiones.

En una palabra, el designio de Cristo nuestro señor es precisamente enseñarnos cómo hemos venido a cometer todos esos pecados y cómo hemos sucumbido en todos estos perversos días. Nos ha pues primero, liberado por el santo bautismo concediéndonos la remisión de los pecados; después nos ha dado el poder de hacer el bien, si queremos, y de no ser arrastrados de manera forzada en el mal.

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