Evangelio según san Juan 16, 20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Comentario del Evangelio
La alegría eterna. Como dice San Juan de la Cruz: “¡En una noche oscura, con ansias y amores inflamada, oh dichosa ventura, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada!” La expresión En ese día indica la llegada definitiva del Reino que trae consigo su propia claridad. A la luz de Dios no habrá más necesidad de preguntar cosa alguna. La luz de Dios es la respuesta total y plena a todas las preguntas que pueden nacer dentro del corazón humano.
Lecturas del día
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 9-18
Cuando estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión: «No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad».
Se quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios. Pero, siendo Gallón procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo: «Este induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley». Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Gallón dijo a los judíos:
«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos». Y les ordenó despejar el tribunal.
Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se preocupara de ello.
Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se embarco para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se había hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.
Sal 46, 2-3. 4-5. 6-7
Dios es el rey del mundo
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra.
Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad.
Reflexión de Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) “Esa tristeza se convertirá en alegría” (Jn 16,20)
-Tristeza: “¡Qué pena! ¿Por qué fui creada, por qué estoy en vida? ¿Quién me ayudará? ¿Quién me liberará? Si Dios me conociese, yo no correría tantos peligros. Me fié de Dios pero no me ha dado la felicidad. Aunque me regocije con él, no aleja de nosotros las penas…Si es mi Dios, ¿por qué me priva de su gracia? Si me diera un bien, lo sabría. Mas no sé lo que soy. Creada en la desgracia, nacida en la desgracia, vivo sin consuelo. ¿Para qué sirve una vida sin alegría?”
-Alegría celestial: “Dios creó al hombre pleno de luz… ¡Considera qué prosperidad dio Dios al hombre! ¿Quién te da lo que tienes si no Dios? Cuando la salvación está acá por ti, dices que es una maldición y cuando todo va bien, dices que todo va mal. Alabo todas las obras de Dios, ellas son para ti fuente de pena. Mientras tú estás triste en todas tus acciones, yo confío a Dios mis tristezas. En cierta tristeza, hay alegría; cierta alegría, no beneficia…
(…) Sin el soplo espiritual todas las fuerzas vivas se secan. Un alma triste recibe todo con tristeza y no desea encontrar ninguna alegría. No llama a un amigo con alegría, no calma al enemigo, se esconde en el agujero de las penas porque tiene miedo de todos los que pasan. Está como muerta, porque no aspira al cielo.