Evangelio según San Lucas 10,13-16
En aquel tiempo dijo Jesús: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho entre vosotras, ya hace tiempo que su gente se habría vuelto a Dios y lo habría demostrado poniéndose ropas ásperas y sentándose en ceniza. Pero en el día del juicio el castigo para vosotras será peor que para la gente de Tiro y Sidón. Y tú, Cafarnaún, ¿crees que serás levantada hasta el cielo? ¡Hasta lo más hondo del abismo serás arrojada! El que os escucha a vosotros me escucha a mí, y el que os rechaza a vosotros me rechaza a mí; y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió.
Comentario del Evangelio
Los seres humanos perdemos la capacidad de asombro. Tenemos mucho que agradecer, porque hay muchos regalos de Dios a nuestro alrededor, pero dejamos de verlos y todo nos parece insuficiente. Eso ocurría en Galilea. Jesús lamentaba la incredulidad de algunas de sus poblaciones. Su indiferencia era peor que la de las ciudades paganas. Tiro y Sidón eran centros paganos de comercio que adoraban los bienes materiales. Como Sodoma, simbolizaban el pecado, la depravación moral. Jesús dijo que, si esas ciudades decadentes hubieran visto sus milagros, se habrían convertido. Las incrédulas ciudades de Galilea no tenían nada que criticar a los paganos. ¿Cómo es tu corazón? ¿Agradecido y entregado a Dios, reconociendo con humildad todo lo que recibes de él? ¿O insatisfecho, quejicoso, incapaz de valorar todo lo que el Señor te ofrece?
Lecturas del día
Libro de Job 38,1.12-21.40,3-5
El Señor respondió a Job desde la tempestad, diciendo: «¿Has mandado una vez en tu vida a la mañana, le has indicado su puesto a la aurora, para que tome a la tierra por los bordes y sean sacudidos de ella los malvados? Ella adquiere forma como la arcilla bajo el sello y se tiñe lo mismo que un vestido: entonces, a los malvados se los priva de su luz y se quiebra el brazo que se alzaba. ¿Has penetrado hasta las fuentes del mar y has caminado por el fondo del océano? ¿Se te han abierto las Puertas de la Muerte y has visto las Puertas de la Sombra? ¿Abarcas con tu inteligencia la extensión de la tierra? Indícalo, si es que sabes todo esto. ¿Por dónde se va adonde habita la luz y dónde está la morada de las tinieblas, para que puedas guiarla hasta su dominio y mostrarle el camino de su casa? ¡Seguro que lo sabes, porque ya habías nacido y es muy grande el número de tus días! Y Job respondió al Señor: ¡Soy tan poca cosa! ¿Qué puedo responderte? Me taparé la boca con la mano. Hablé una vez, y no lo voy a repetir; una segunda vez, y ya no insistiré.»
Salmo 139(138),1-3.7-8.9-10.13-14ab
Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares.
¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente.
Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
también allí me llevaría tu mano
y me sostendría tu derecha.
Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi madre:
te doy gracias porque fui formado
de manera tan admirable.
Comentario del Evangelio por San Agustín (354-430) Quien les escucha a ustedes, me escucha a mi
El que ha escuchado este versículo: «Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza» (Salmo 49:14), ha dicho: «Cada día, cuando me levante, me iré a la iglesia y cantaré un himno de la mañana; al final del día un himno de la noche y luego en mi casa, un tercero y cuarto himno. Así haré cada día un sacrificio de alabanza y me ofreceré a mi Dios». Es bueno hacerlo, si lo haces con verdad, pero ten cuidado de fiarte con lo que haces, y… teme que mientras tu lengua hable bien delante de Dios, tu vida hable mal ante él… Ten cuidado de vivir mal, hablando bien.
¿Por qué? Porque Dios dice al pecador: « ¿Por qué recitas mis mandamientos y guardas mi alianza en tu boca [tú que detestas mi enseñanza]?»(V. 16-17) miren con qué temor debemos hablarles… Ustedes, mis hermanos, que están seguros; si escuchan cosas buenas, Dios te escucha, independientemente de la boca que te habla. Pero Dios no ha querido dejar a aquellos que hablan, sin reprenderlos, para que no se duerman tranquilos, en una vida desordenada, diciéndose que hablan del bien, diciéndose a sí mismos «Dios no querrá que nos perdamos pues por nosotros él ha querido decir cosas buenas a su pueblo».
Por lo tanto, ustedes los que hablan, quienquiera que sean, escuchen lo que les digo; ustedes que quieren ser escuchados, sean los primeros en escuchar… Ojalá pueda escuchar primero, ojalá pueda escuchar, escuchar mejor que todos «lo que el Señor Dios dice en mí, pues él hace oír palabras de paz a su pueblo» (Sal 84:9).