Evangelio según San Juan 17,11b-19
Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.
Comentario del Evangelio
Jesús reza al Padre para que seamos uno. Él sabe lo fácilmente que plantamos dentro de nosotros la semilla de la discordia y lo torpes que somos a veces. Es difícil estar en el mundo y no ser del mundo. Es difícil no caer en la tentación de hacer coro con la masa, de conformarnos con las tendencias y las modas. Es difícil no dejarse seducir por el individualismo y, en lugar de eso, permitir que la Palabra de la comunidad sea la que nos defina. Pero si, por un lado, necesitamos realmente de la oración de Jesús, por otro, tenemos que confiar en el poder de esa intercesión. Jesús pide al Padre que nos asista, que nos libre del mal y que nos santifique en su verdad. Vivamos así, como quien se siente bendecido por lo alto.
Lecturas del dia
Libro de los Hechos de los Apóstoles 20,28-38
Pablo decía a los principales de la Iglesia de Efeso: Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre. Yo sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos rapaces que no perdonarán al rebaño. Y aun de entre ustedes mismos, surgirán hombres que tratarán de arrastrar a los discípulos con doctrinas perniciosas. Velen, entonces, y recuerden que durante tres años, de noche y de día, no he cesado de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes.
Ahora los encomiendo al Señor y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y darles la parte de la herencia que les corresponde, con todos los que han sido santificados. En cuanto a mí, no he deseado ni plata ni oro ni los bienes de nadie.
Ustedes saben que con mis propias manos he atendido a mis necesidades y a las de mis compañeros. De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe ayudar a los débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: La felicidad está más en dar que en recibir. Después de decirles esto, se arrodilló y oró junto a ellos. Todos se pusieron a llorar, abrazaron a Pablo y lo besaron afectuosamente, apenados sobre todo porque les había dicho que ya no volverían a verlo. Después lo acompañaron hasta el barco.
Salmo 68(67),29-30.33-35a.35b-36c
Tu Dios ha desplegado tu poder:
¡sé fuerte, Dios, tú que has actuado por nosotros!
A causa de tu Templo, que está en Jerusalén,
los reyes te presentarán tributo.
¡Canten al Señor, reinos de la tierra,
entonen un himno a Dios,
al que cabalga por el cielo,
por el cielo antiquísimo!
El hace oír su voz poderosa,
¡reconozcan el poder del Señor!
Su majestad brilla sobre Israel
¡Bendito sea Dios!
Homiia de san Jerónimo (347-420) Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad
Quienes veneran ídolos, perderán la misericordia que les es ofrecida (cf. Jon 2,9). Dios es misericordioso por naturaleza y está pronto para salvar por clemencia a quienes no puede salvar por justicia. Mas nosotros, por nuestros vicios, derrochamos y perdemos la misericordia preparada y que se ofrece ella misma. (…) Aunque sea ofendida la Misericordia, que es el mismo Dios, como “el Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojare y de gran misericordia” (Sal 144, 8), no abandona a quienes se apegan a las vanidades, ni maldice. Mientras que ellos abandonan deliberadamente la misericordia que está delante de ellos, ella espera que vuelvan. (…)
“Yo, en acción de gracias, te ofreceré sacrificios y cumpliré mis votos: ¡La salvación viene del Señor!” (Jon 2,10). (…) Yo, que fui devorado por la salvación de una multitud, te ofreceré un sacrificio de alabanza y acción de gracias, ofreciéndome yo mismo. “Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado” (1 Cor 5,7). Pontífice verdadero y cordero, se ofreció por nosotros, afirmando: “Te rendiré gracias como te rendí gracias cuando dije “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Mt 11,25) y cumplo los votos formulados por la salvación de todos de no perder nada de lo que me diste, sino que lo resucitaré en el último día (cf. Jn 6,39)”.
Vemos que en su Pasión el Señor se comprometió por nuestra salvación. No hagamos de Jesús un mentiroso y seamos puros y desapegados del pecado, para que nos ofrezca a Dios, a quien ya nos ha consagrado.