Evangelio según San Lucas 5,33-39
En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben. Jesús les contestó: ¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar.
Les hizo además esta comparación: Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor.
Comentario del Evangelio
Cristo, vino nuevo
Somos nueva creación. “Cristo, en su venida, ha traído consigo toda novedad” (san Ireneo). En Él todas las cosas son nuevas. Ésta es la realidad gozosa a la que invita la Iglesia. Cuando vive en Cristo, vino nuevo, no envejece ni decae. Frente a la tentación de aferrarnos a lo antiguo, de permanecer en el “siempre se ha hecho así”, de anclarnos en “esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo” (EG), el Señor renueva nuestra Iglesia, nuestra vida. En los momentos oscuros brota la frescura de la eterna novedad que nos trae el Señor si cumplimos la voluntad divina. De ahí el sentido de nuestro ayuno: la razón profunda consiste en cumplir la voluntad del Padre.
Lecturas del día
Carta de San Pablo a los Colosenses 1,15-20
El es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él.
El existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. El es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. El es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
Sermón de san Bernardo (1091-1153) El Esposo está con ellos
Que el alma lo recuerde: es el Esposo quien la ha buscado primero y quien la ha amado primero; esta es la fuente de su propia búsqueda y de su propio amor…
«He buscado, dice la Esposa [del Cantar de los Cantares], a aquel que ama mi corazón» (3,1). Sí, es cierto, es la ternura solícita de aquel que primero te ha buscado y te ha amado la que te invita a esa búsqueda. Tú no lo buscarías si primero él no te hubiera buscado; tú no le amarías si primero él no te hubiera amado.
El Esposo te ha avisado no con una sola bendición, sino con dos: te ha amado y te ha buscado. La causa de la búsqueda es el amor; su búsqueda es fruto de su amor y es también la prenda segura. Eres amada de él de una manera tal que no puedes ni tan sólo sospechar cómo eres buscada. Eres buscada por él de manera que no puedas lamentarte de no ser realmente amada.
Esta doble experiencia de su ternura te ha llenado de audacia: ha alejado toda vergüenza, te ha persuadido de volver a él, ha suscitado tu arrebato. De ahí proviene este fervor, de ahí este ardor «buscando a aquél que ama tu corazón» porque, evidentemente, tú no lo hubieras podido buscar si él no te hubiera buscado primero; y ahora que te busca, no puedes dejar de buscarle.