A qué se parece el Reino de Dios?

A qué se parece el Reino de Dios?

Evangelio según San Lucas 13,18-21

Jesús dijo entonces: ¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas.

Dijo también: ¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.

Comentario del Evangelio

La lógica de la encarnación

La persona verdaderamente sabia es aquella capaz de apreciar el valor que cada cosa tiene en sí misma: quien no se deja obnubilar por la grandeza de lo que en realidad está vacío y quien es capaz de comprender y admirar la valía de lo pequeño y hasta de lo aparentemente insignificante. Quien vive así nunca será engañado y no se perderá nada que realmente tenga valor en esta vida. Ésa es la lógica de la encarnación: Dios, siendo grande, inmenso, inabarcable, se hizo pequeño, se humilló hasta morir para dar la vida por todos y convertirnos así en una familia inmensa e incontable. De este modo, la humanidad, que era una masa informe, se ha convertido en un gustoso y apetecible pan, signo del banquete eterno al que el Padre nos llama.

Lecturas del día

Carta de San Pablo a los Romanos 8,18-25

Hermanos: Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza. Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo. Porque solamente en esperanza estamos salvados. Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia.

Salmo 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones.

Hasta los mismos paganos decían:
“¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”.
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría!

¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.

El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas.

Homilía de san Juan Crisóstomo (c. 345-407)    Hasta que toda la masa fermente

El Señor propone la parábola de la levadura.”Lo mismo que la levadura comunica su fuerza invisible a toda la masa, también la fuerza del Evangelio transformará el mundo entero gracias al ministerio de mis apóstoles… No me digas: “¿Qué podemos hacer, nosotros doce miserables pecadores, frente al mundo entero?”

Precisamente ésta es la enorme diferencia entre causa y efecto, la victoria de un puñado de hombres frente a la multitud, que demostrará el esplendor de vuestro poder. ¿No es enterrando la levadura en la masa,escondiéndola lo que según el Evangelio, transforma toda la masa? Así, también vosotros, apóstoles míos, mezclándoos con la masa de los pueblos, es como la penetraréis de vuestro espíritu y como triunfaréis sobre vuestros adversarios.

La levadura, desapareciendo en la masa, no pierde su fuerza; al contrario, cambia la naturaleza de toda la masa. De la misma manera, vuestra predicación cambiará a todos los pueblos. Por tanto, confiad “… Es Cristo el que da fuerza a esta levadura…” No le reprochéis, pues, el reducido número de sus discípulos: es la fuerza del mensaje lo que es grande… Basta una chispa para convertir en un incendio algunos pedazos de bosque seco, que rápidamente inflamarán a su alrededor todo el bosque verde.

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