En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?» Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
Comentario
Los niños nacen libres de prejuicios y están totalmente abiertos para aprender. Esa es una cualidad que todos/as necesitamos para estar totalmente abiertos y libres de prejuicios cuando se trata de escuchar a Dios. Para confiar totalmente en Él. Después estaremos listos/as para recibir todo lo que Dios quiere que tengamos, y llegar a ser todo lo que Dios quiere que seamos. Acoger a una persona que tiene esas cualidades, en el nombre de Jesús, es dar la bienvenida a Cristo. ¿Quién es esa persona hoy día? Pidamos por tener líderes valientes y por estructuras transparentes, dentro y fuera de la iglesia, que protejan a los niños y niñas en todas partes. Hoy nos preguntamos:
¿Estamos dispuestos siempre a denunciar abusos a los niños?
¿Soy cuidadoso en el trato con los niños?
Soy capaz de hacerme como niño para seguir a Jesús?
Lecturas del dia
Lectura de la profecía de Ezequiel (2,8–3,4)
Así dice el Señor: «Tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: ¡No seas rebelde, como la casa rebelde! Abre la boca y come lo que te doy.» Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes. Y me dijo: «Hijo de Adán, come lo que tienes ahí, cómete este volumen y vete a hablar a la casa de Israel.» Abrí la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome: «Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy.» Lo comí, y me supo en la boca dulce como la miel. Y me dijo: «Hijo de Adán, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras.»
Sal 118,14.24.72.103.111.131
Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
Tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón.
Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos.
Mensaje de santa Faustina Kowalska (1905-1938) «El que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los Cielos»
De nuevo han comenzado los cotidianos días grises. Pasaron los instantes solemnes de mis votos perpetuos, pero esta gracia de Dios tan grande permanece en mi alma. Siento que soy toda de Dios, sé que soy su hija, siento que soy toda entera propiedad de Dios. Experimento eso incluso de manera física y sensible. En todo estoy completamente tranquila porque sé que pensar en mí es asunto del Esposo. Me olvido completamente de mí misma.
Mi confianza en su misericordiosísimo Corazón no tiene limites. Estoy continuamente unida a él. Me doy cuenta que es como si Jesús no pudiera ser feliz sin mí, ni yo sin él. Sin embargo comprendo muy bien que siendo él Dios es feliz en sí mismo, y que para su felicidad no tiene absolutamente ninguna necesidad de ninguna criatura, pero es su bondad que le fuerza a darse a su criatura, y esto con una inconcebible generosidad.