Yo soy el pan de vida

Yo soy el pan de vida

Evangelio según San Juan 6,30-35

En aquel tiempo dijeron los judíos a Jesús: ¿Y qué señal puedes darnos para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Dios les dio a comer pan del cielo. Jesús les contestó: Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo. Ellos le pidieron: Señor, danos siempre ese pan. Y Jesús les dijo: Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.

Comentario del Evangelio

Los judíos recordaban a Moisés, que había alimentado al pueblo en el desierto con el maná que Dios enviaba. Pero el maná no era un pan celestial. Dios quiere dar ahora un pan verdaderamente celestial. La gente abría su corazón y le reclamaba a Jesús ese pan de vida. Entonces Jesús respondió: “Yo soy el pan que da vida”. Tenemos que recibirlo a Él mismo, más que a sus dones. A él tenemos que desearlo, buscarlo, amarlo. Si lo dejamos entrar, ya nunca sufriremos de hambre ni de sed; nuestras necesidades más profundas estarán siempre satisfechas. En la persona de Jesús encontramos la respuesta a las inquietudes más hondas. Con Él nunca tendremos hambre interior porque Él siempre estará. Con Él jamás tendremos hambre de esperanza, de paz, de consuelo, porque Él nunca se irá.

Lecturas del día

Libro de los Hechos de los Apóstoles 7,51-60.8,1a

Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas: ¡Hombres rebeldes, paganos de corazón y cerrados a la verdad! Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo y son iguales a sus padres. ¿Hubo algún profeta a quien ellos no persiguieran? Mataron a los que anunciaban la venida del Justo, el mismo que acaba de ser traicionado y asesinado por ustedes, los que recibieron la Ley por intermedio de los ángeles y no la cumplieron.  Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él.

Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios. Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.

Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Y al decir esto, expiró. Saulo aprobó la muerte de Esteban.

Salmo 31(30),3cd-4.6ab.7b.8a.17.21ab

Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.

Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Confío en el Señor.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!

Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia.
Tú los ocultas al amparo de tu rostro
de las intrigas de los hombres.

Comentario del Evangelio por San Juan Crisóstomo (c. 345-407) El verdadero pan venido del cielo

Los judíos dicen: « Nuestros padres comieron el maná en el desierto». El Salvador hubiera podido responderles: «Vengo a hacer un milagro más grande que el de Moisés: yo, no tuve necesidad de un bastón, ni de la oración » (Ex 9:23; 17:9s); todo lo hice por mí mismo, por mi propia autoridad. Recuerdan el prodigio del maná; yo, ¿no les he dado pan en abundancia?» Pero no era el tiempo en ese entonces de hablar de esta manera. Jesús no pensaba más que en una cosa: atraerlos a él para que le pidiesen comida espiritual…: «Moisés no les dio el pan del cielo; es mi Padre quien da el verdadero pan del cielo»…

Ese pan que el Padre da, Jesucristo lo llama el pan verdadero. No es que el milagro del maná haya sido falso; pero el maná era una prefiguración de un pan superior y más maravilloso…:« El pan de Dios, es el pan que ha descendido del cielo y que da la vida al mundo»- al mundo entero y no solamente a los judíos. Ese pan no es solamente comida sino también vida, una vida diferente de ésta, es completamente otra vida: este pan da la verdadera vida…es Jesús esa vida porque él es el Verbo, la Palabra de Dios, al igual que aquí, en nuestras iglesias, se convierte en el pan del cielo al bajar el Santo Espíritu.

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