Evangelio según san Juan 13, 16-20
Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo: «En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».
Comentario del Evangelio
Jesús enseña a los suyos que tienen que ser como Él: el servidor como el Señor, el enviado como el que lo envía. Así el discípulo será otro Cristo que con su actuar testimoniará la presencia del mismo Jesús. De esta manera las personas descubrirán a Jesús y encontrando a Jesús descubrirán al Padre Dios.
Lecturas del día
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 13-25
Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejo y se volvio a Jerusalén; ellos, en cambio, continuaron y desde Perge llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a unos que les dijeran:
«Hermanos, si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad». Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo:
«Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años “los cuidó en el desierto”, “aniquiló siete naciones en la tierra de Canaán y les dio en herencia” su territorio; todo ello en el espacio de unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Después pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. Lo depuso y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David”, hijo de Jesé, “hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”.
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”».
Sal 88, 2-3. 21-22. 25 y 27
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijieste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.
Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.
Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».
Reflexión del Evangelio de hoy Si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad
El espíritu pascual se ve unido al espíritu de aquella primera comunidad de discípulos que entendieron que el mensaje de la Buena Noticia no lo podían retener par sí mismos, puesto que era una palabra de exhortación y vida para gentes que se encuentran apagados por las oscuridades del mundo. De este modo, el hilo conductor de las lecturas de este día, trata de presentarnos, lo que es la raíz del cristianismo: Jesús como modelo, maestro, que a través de su encuentro plenifica tu vida y te envía a la misión de evangelizar.
Así vemos a este grupo de discípulos en el primer viaje que encabeza Pablo con su llegada a Antioquía de Pisidia. Un escenario concreto que es el de la sinagoga, con un público que tiene necesidad de escuchar una palabra de aliento, en medio de las tareas cotidianas que muchas veces nos ahogan. Pablo, puesto en pie, comienza ese discurso con el que trata de llevar luz a sus vidas y fuego a sus corazones. Pablo, como enviado, no hace otra cosa que hablarle al pueblo de la historia de la salvación.
Con una serie de hechos concretos e imágenes, cita lo esencial, de este modo se reaviva en el corazón del auditorio la fe en Dios. Por las mismas adversidades que están pasando el auditorio que escucha a Pablo, pasó también, el pueblo elegido de Israel. Hay la misma necesidad de encontrar un sentido ante la prueba, dificultad, duda, miedo, enfermedad… Por tanto, escucha al Señor, tu Dios.
El enviado, habla, predica: Dios te creo, te llamó a la existencia, escucha el clamor de tu corazón porque no se desentiende de tus sufrimientos, procesos o heridas. Sabe de ti. Te saca de la esclavitud en la que te encuentras, con brazo potente, acompaña tu día a día, lo rutinario, lo pesado del día. Es escudo y armadura, aniquila a tus adversarios a aquellos que te desean lo peor. Quiere para ti una porción, herencia u heredad en la que puedas florecer. Espacio en el que puedas desplegar todo el potencial que puso en tu interior. Suscitó seres humanos maravillosos junto a ti, conforme a su corazón y preceptos, para enseñarte el camino de la vida, de la plenitud. El Bautista, te ha señalado, te indica al Mesías de Dios, al que tienes por modelo y maestro. Al que tienes que escuchar. Al Dios con Nosotros. A tu Salvador. Mira a ver si esta catequesis no es tu historia personal con Dios.
Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos
La escena del evangelio que nos plantea san Juan, tiene un calado profundo, en lo que se refiere al seguimiento de todo discípulo, llenarse de la enseñanza de vida del que es un referente. En el aula con el Maestro de Nazaret. La «Cátedra del Cenáculo» por tanto, un ambiente fraterno y de relación de intimidad, es lo que se nos muestra en esta «última cena».
Jesús el Maestro, ha llamado a cada uno de sus discípulos y sabe bien a quien ha elegido para el seguimiento. No desconoce ni barro ni talentos. Ahora llega el momento de la despedida y por tanto, hay que aprovechar la «enseñanza escolar» si queremos que al final del proceso los seguidores se asemejen al que los envía.
«Lavatorio de pies» uno de los últimos capítulos en el temario del Maestro. Este proceso de seguimiento y enseñanza, está llegando a su fin. Ahora toca otro periodo que también abarca la etapa formativa: «Las prácticas», pues bien, acabada la clase magistral, encontramos en los versículos anteriores esta joya en lo referente a ser igual que el maestro: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13,12-15). Seréis felices y encontraréis el sentido de la vida si lo ponéis en práctica.
A lo largo de la etapa laboral surgirán de todo tipo de etapas. Unas veces faltará la fe y habrá la tentación de abandonar el seguimiento de Cristo. Otras veces vendrá el miedo al que dirán, cuesta posicionarse, defender el ideal, la salida fácil es la de negar haber ido a las clases del «Maestro» y conocerlo. En otras ocasiones la falta de conocimiento lleva a vender al «Maestro» quitarle la autoridad, quitarlo de nuestra vida. Jesús cuenta con ello, sabe que es el proceso que tiene que pasar para reconstruir la masa de sus discípulos. Cuando suceda todo esto, creeréis en que: «YO SOY». Vuestro proceso habrá acabado, la herida, limitación y barro, se verá purificada por la fuerza de la Resurrección que os transformará interiormente y os dará valor para la lucha y el anuncio de Jesús vivo y resucitado.
Necesario ese proceso de «prácticas en la escuela de Nazaret» para el discipulado. Después de un proceso el que es criado y enviado es capaz de asemejarse en su vida con el Maestro. Ahora ya está preparado y con un rodaje suficiente, el discípulo, para llegar a los demás. Para lanzar una palabra de exhortación creíble y con sentido. Ahora podrán recibirlo sabiendo que anuncia en nombre de Jesús, el Maestro, y que al recibir el mensaje están recibiendo al Padre.