Si alguno viene a mí y no los deja no puede ser discípulo mío

Si alguno viene a mí y no los deja no puede ser discípulo mío

Evangelio según san Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:

“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

Comentario

Es Dios quien realiza en nosotros el querer y el obrar

Este fragmento de la carta a los Filipenses nos invita a trabajar en la obra de la Salvación. Ésto, tal como suena, hace pensar que esa salvación depende de nuestro esfuerzo y empeño, pero no, nada más lejos de eso, el mismo San Pablo nos dice “que es Dios quien, por su benevolencia, realiza en nosotros el querer y el poder hacerlo.”

La exhortación de San Pablo junto con las palabras del salmista, nos dan la clave de cómo trabajar en la obra de la salvación, pues El Señor es nuestra luz y nuestra salvación, por eso, cuando los demás quieren extorsionarnos o derribarnos con sus conductas depravadas, nuestra respuesta es la de sencillos hijos de Dios que todo lo hacen sin murmuraciones ni discusiones, sin tacha  y con una vida resplandeciente, dando testimonio de la fe que profesamos.

Por otra parte, el texto me hace pensar la satisfacción y el sano orgullo de los evangelizadores y evangelizadoras, de nuestros pastores, misioneros y misioneras, nuestros catequistas, al comprobar que nuestra vida es según Dios, que hemos acogido el mensaje y lo hemos hecho vida, esto hace que ellos se sientan fecundos y buenos administradores de la múltiple gracia de Dios en favor nuestro. Esto tiene que estimularnos al bien y a no frustrar el Plan Salvífico de Dios.

 Lecturas del día

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 12-18

Queridos hermanos, ya que siempre habéis obedecido, no solo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, trabajad por vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y el obrar para realizar su designio de amor.

Cualquier cosa que hagáis sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una generación perversa y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, manteniendo firme la palabra de la vida.

Así, en el Día de Cristo, esa será mi gloria, porque mis trabajos no fueron inútiles ni mis fatigas tampoco. Y si mi sangre se ha de derramar, rociando el sacrificio litúrgico que es vuestra fe, yo estoy alegre y me asocio a vuestra alegría; por vuestra parte estad alegres y alegraos conmigo.

Salmo 26, 1. 4. 13-14

R/. El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.

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