Bienaventurados aquellos a quienes el Señor los encuentre en vela

Bienaventurados aquellos a quienes el Señor los encuentre en vela

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos».

Comentario

Los dones de Cristo

Proclama la lectura que Cristo ha destruido todo obstáculo y muro que nos impedía formar parte del pueblo de Dios. Este es el primer don que nos da: hemos sido integrados gratuitamente en el pueblo de Dios.

En palabras del Papa Francisco: Se trata, de «un regalo que Dios nos ha dado a todos nosotros: nos hizo ciudadanos, es decir, nos dio identidad. Nos dio el documento de identidad». Además, el Señor «en Jesús abolió la Ley para recrear todo en sí mismo. Él vino a anunciar “paz a vosotros”, a todo el mundo.

Él es nuestra paz; cuando los profetas, Cristo, los apóstoles hablaban de la paz mesiánica, se referían al: amor de Dios al hombre, amor que se instaura en el mundo de los humanos como paz, justicia,  solidaridad, servicio, disponibilidad, entrega al prójimo.

Ahora, “podemos presentarnos unos a otros al Padre en un solo Espíritu”; nos hizo “uno”; ya no somos extranjeros, sino conciudadanos de los santos en Jesús, en Él, vosotros  “edificáis juntos” para convertiros en la morada del Espíritu Santo.

Él nos hizo un solo cuerpo. Así, «de enemigos» llegamos a ser «amigos» y de «extraños» ahora podemos sentirnos «hijos». Hemos pasado a ser “conciudadanos de los santos y familiares de Dios”.

Vive tu identidad cristina con fe, disfrútala en comunión e intimidad con Cristo.

La vigilancia en la fe y esperanza es capaz de renovar la vida del creyente.

Narra el Evangelio cuál es la manera cristiana de estar vigilantes: “Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas”; esto nos recuerda la noche pascual, en la cual Dios sacó a su pueblo de la esclavitud de Egipto y durante la cena pidió a los israelitas que estén atentos a su paso y listos para emprender el camino liberador hacia la Tierra prometida.

Los cristianos esperamos la Palabra de cada día, con el cinturón puesto, con la lámpara encendida, listos para descubrir caminos nuevos, que nos sacan de los miedos, los pesimismos y las esclavitudes para hacernos resucitar y vivir con mayor coraje, amor y esperanza.

Llama la atención que en el texto se resalte dos veces la felicidad de los criados que están listos vigilantes para servir a su Señor. Ellos tendrán la dicha de ser servidos por su Señor.

Vigilad para vivir la disponibilidad y el servicio y sobre todo para disfrutar del encuentro con el Señor.

Debajo de esta actitud de preparación y disponibilidad para hacer la voluntad de Dios, hay encerrada una gran bienaventuranza: Dichoso, feliz, bienaventurado tú si cuando llegue tu Señor te encuentra en espera vigilante, Él te sentará la mesa y te servirá.

Lecturas del día

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2,12-22:

Hermanos:

Entonces vivíais sin Cristo: extranjeros a la ciudadanía de Israel, ajenos a las alianzas y sus promesas, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Ahora, gracias a Cristo Jesús, los que un tiempo estabais lejos estáis cerca por la sangre de Cristo.

Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y decretos, para crear, de los dos, en sí mismo, un único hombre nuevo, haciendo las paces.

Reconcilió con Dios a los dos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, a la hostilidad. Vino a anunciar la paz: paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre por medio de él en un mismo Espíritu.

Así pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.

Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Salmo de hoy

Salmo 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14

R/. Dios anuncia la paz a su pueblo

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está ya cerca de los que le temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R/.

 

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