Evangelio según san Lucas 9, 18-22
Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos contestaron:
«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro respondió:
«El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie, porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Comentario
Todo tiene su momento
Cuando uno se pone frente a tradiciones, escritos y testigos, llenos de tanta sabiduría, sin querer, hacen brotar dentro de uno, los mismos interrogantes, búsquedas y respuestas, a tantas preguntas que nos plantea la vida, y que, nos pueden conducir a experimentar la plenitud o a sufrir el sin sentido.
En el libro Eclesiastés, llamado también “Qohelet”, nombre que viene a significar: “el hombre de la asamblea”, el maestro o el predicador. Es un libro de sabiduría escasamente religioso, su idea básica es una desilusión sobre la vida: “vanidad de vanidades y todo vanidad”.
Para el autor está claro que la misión del ser humano es buscar el don de Dios en las cosas cotidianas. Es un apasionado clamor del anhelo humano con sus aspiraciones a lo infinito, y a la vez, los límites que le coartan al estar encerrado en sí mismo. El desprendimiento al que nos lleva Qohelet prepara la irrupción del Absoluto como don totalmente gratuito.
“El libro del Eclesiastés o Qohélet sigue siendo uno de los textos más desafiantes de la Biblia y al mismo tiempo uno de los más actuales. ¿Cómo encontrar la felicidad? ¿Es posible cambiar el mundo para que haya más justicia? ¿Cómo sobrevivir en una sociedad competitiva y despiadada? En un tiempo de profundos cambios sociales y culturales, el sabio revisa los postulados de la sabiduría tradicional en busca de respuestas.”
¿Quién es este hombre?
Hablar de una persona resulta muy difícil, porque ésta puede reclamar si le parece que la descripción no es correcta. Además, la persona humana, con sus vivencias, sentimientos e ideas, es demasiado grande para caber en nuestras palabras. El corazón del otro siempre es un misterio que nadie consigue desvelar por completo. Mucho más complejo es hablar de la persona “Jesús de Nazaret”, resulta comprometido, porque no hay ninguna posibilidad de permanecer neutral o de emitir una opinión personal sin tomar posiciones.
La gente no tenía claro quién era Jesús, donde encasillarlo. El mismo Pedro tan pronto dice: “eres el Cristo de Dios”, como en otro momento niega conocerle.
Los discípulos compartieron su vida con el Jesús de Nazaret y aceptaron a aquel ser humano que les proporcionó una paz, una alegría y una seguridad increíbles; pero mientras vivieron con él, no fueron capaces de ir más allá de lo que veían. Solo a través de la experiencia pascual se adentraron en el verdadero significado de aquella persona fuera de serie.
Al morir Jesús, se preguntaron si con la muerte de su líder se había acabado todo. Sólo entonces empezaron a trascender la figura humana de Jesús y fueron descubriendo lo que se escondía detrás de aquella realidad visible. Fueron dándose cuenta de que allí había algo más que un simple ser humano. Entonces fueron conscientes de que el verdadero UNGIDO ya se encontraba en el Jesús de Nazaret.
La ausencia despierta otra conciencia.
Este Mesías, descubierto en Pascua, no coincide con el que esperaban los judíos y los propios discípulos, antes de esa experiencia. Ahora se trata de Jesús el Cristo, Jesucristo, genial integración del Jesús histórico y el Cristo de la fe.
Y para nosotros hoy ¿quién es Jesús? No se trata de dar una respuesta teórica ni una cristología aquilatada que responda a todas las cuestiones formales relativas a la persona de Jesús. Mucho menos, dogmas que definan su naturaleza divina. Lo que se espera de nosotros es una respuesta práctica. ¿Qué significa Jesús en mi vida?
Como cristiano, ¿me intereso de verdad por la figura histórica de Jesús para descubrir en él, como hicieron los discípulos, al Ungido de Dios? Es decir, ¿me esfuerzo por descubrir el valor trascendente que se esconde en su apariencia humana? ¿Es ese valor el que mueve mi existencia?
“A los cristianos nos interesa mucho conocer todo lo que podamos de la persona y de la vida de Jesús precisamente porque creemos que a través de esa persona y de su vida concreta se nos ha revelado Dios de forma única, excepcional e irrepetible. Si en Jesús me encuentro con el mismo misterio de Dios encarnado, ¿cómo no me va a interesar conocer a su Hijo predilecto, cómo es, qué defiende, a quienes se acerca, qué actitud adopta ente los que sufren, cómo busca la justicia, cómo trata a la mujer, cómo entiende la vida y vive la religión…?” (Tomado del autor Pagola, libro sobre Jesús, Aproximación Histórica).
La vida y misión de Jesús, vienen a responder tanto a los interrogantes de la lectura del Eclesiastés, como al desafío a nuestra fe ante la pregunta: “Quién dices tú quien soy yo?”
Lecturas del día
Lectura del libro del Eclesiastés 3, 1-11
Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:
Tiempo de nacer, tiempo de morir;
tiempo de plantar, tiempo de arrancar;
tiempo de matar, tiempo de sanar;
tiempo de destruir, tiempo de construir;
tiempo de llorar, tiempo de reír;
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar;
tiempo de arrojar piedras, tiempo de recogerlas;
tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse;
tiempo de buscar, tiempo de perder;
tiempo de guardar, tiempo de arrojar;
tiempo de rasgar, tiempo de coser;
tiempo de callar, tiempo de hablar;
tiempo de amar, tiempo de odiar;
tiempo de guerra, tiempo de paz.
¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Comprobé la tarea que Dios ha encomendado a los hombres para que se ocupen en ella: todo lo hizo bueno a su tiempo, y les proporcionó el sentido del tiempo, pero el hombre no puede llegar a comprender la obra que hizo Dios, de principio a fin.
Salmo 143, 1a y 2abc. 3-4
R/. ¡Bendito el Señor, mi alcázar!
Bendito el Señor, mi Roca;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y refugio. R/.
Señor, ¿qué es el hombre
para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán
para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa. R/.