Evangelio según san Marcos 7,24-30
En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: «Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella replicó: «Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Él le contestó: «Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
Comentario del Evangelio
Al principio Jesús le dijo “No” a su pedido de expulsar el demonio que tenía su hija en su lejana casa. Pero ella no aceptó el “no” como respuesta, porque sabía que si seguía insistiendo finalmente tendría éxito. A veces, Dios nos mantiene esperando para profundizar nuestra fe.
Lectura del libro del Génesis 2,18-25
El Señor Dios se dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude». Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera. Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase.
Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán. Adán dijo: «Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será mujer ,, porque ha salido del varón». Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Los dos estaban desnudos, Adán y su mujer, pero no sentían vergüenza uno de otro.
Sal 127,1-2.3.4-5
Dichosos los que temen al Señor
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
Reflexión del Evangelio de hoy La mujer compañera
En el presente relato, Dios presenta la mujer al hombre. No es dominio ni sumisión: es igualdad de un tú a tú entre semejantes, entre dos seres que se diferencian y se necesitan. Forman unidad y son principio de dicha mutua. La renuncia a la complementariedad es una renuncia a la unidad sin la que el objetivo no se cumple.
“El presente relato coloca a la mujer a mayor altura y pone en el Creador el origen del amor sexual. Lejos de ser algo pecaminoso o menos bueno, esta narración revela que Dios ha hecho a la pareja para que encajen como piezas de una máquina perfecta: “con-sortes”, partícipes del mismo destino, ayuda compartida en la conversación, en los silencios, en la alegría y en la pena”.
“Este amor querido por Dios es la raíz del matrimonio, origen de la familia, y de la relación sexual como integrante de la misma. La pareja cohabita y crea unos lazos más fuertes que los del parentesco”
La mujer madre
No está bien echar a los perros el pan de los hijos.Ésta es una de las palabras de Jesús más difíciles de comprender, del Jesús lleno de compasión y atención hacia los pobres. Algunos piensan que lo pudo decir por la conciencia que tenía de los límites geográficos de su misión. Otros afirman, para probar la fe de aquella mujer pagana. Pero esos métodos repugnan a la bondad de Jesús y a la bondad de Dios.
Pero ella no se desanima ante su dura respuesta, pues debía conocerle y confiaba en él: También los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.El hecho es que Jesús se dejó convencer ante el amor de aquella madre fenicia: Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio, ha salido de tu hija.
La fe no es patrimonio exclusivo de nadie. Es don de Dios que fructifica en obras y actitudes donde encuentra corazones bien dispuestos. Siempre han existido malos creyentes y buenos paganos. Sólo Dios lee en el corazón y sabe quiénes le pertenecen.