Cada uno de nosotros lleva por dentro una cruz y no es fácil comunicarla

Cada uno de nosotros lleva por dentro una cruz y no es fácil comunicarla

Evangelio según san Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

Comentario del evangelio

Cada uno de nosotros lleva por dentro una cruz y no es fácil comunicarla, se necesita valor, confianza, gracia… En ese camino Jesús va enseñando a sus discípulos y les comunica su pasión y sus consecuencias. En ese camino Jesús percibe su misión y destino a partir de dos imágenes contrapuestas: el fuego y el agua. Nosotros al escuchar esta palabra podemos presentar dos actitudes:

Actitud de esperanza porque es posible superar los mediante el fuego del Espíritu, la muerte al pecado y el nacimiento por el agua a una vida nueva, así como Jesús nos mostró y nos sigue hoy indicando.

Actitud de desesperanza porque a veces buscamos a Jesús de una manera acomodada y egoísta, para que nos conceda la paz, la alegría, y buenas bendiciones… y nos estrellamos, porque la vida es de otra forma…

Lecturas del dia

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 14-21

Hermanos: Doblo las rodillas  ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.

Al que puede hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con ese poder que actúa entre nosotros; a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones de los siglos de los siglos. Amén.

Sal 32, 1-2. 4-5. 11-12. 18-19

La misericordia del Señor llena la tierra

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

El plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

Reflexión del Evangelio de hoy

El ponerse de rodillas ha venido a ser una postura típica de los creyentes ante Dios. Vemos que la primera necesidad de un creyente es fortalecer y robustecer el hombre interior. Es el Espíritu Santo, que mora en nuestro interior, el que provoca un cambio desde dentro hacia fuera. Pablo entiende que el cristiano tiene que abrir su corazón y dejar que el Señor habite en él, pero no como huésped, sino como propietario, de forma definitiva. Pero solamente un hombre que haya fortalecido su ser interior será capaz de rendir su corazón a Dios. Por tanto, lo primero a observar es que el arraigo y cimentación en el amor es lo que nos va a permitir comprender el amor de Dios. Como tenemos comunión con Cristo que mora en nosotros, tenemos una experiencia viva de ese amor, pero aquellos que se empeñen en tener a Cristo en el corazón como un huésped, en realidad no experimentarán nunca el amor de Cristo sino de una forma esporádica y poco edificadora. Sólo siguiente este itinerario se puede llegar a la meta “ser llenos de toda la plenitud de Dios”.

Seguir a Jesús, significa en muchos casos incomodar, denunciar, ir a contracorriente de lo establecido, y también de lo que nos apetece, porque también nosotros somos del mundo y se nos pide renunciar a lo que nos vuelve ciegos. Jesús se sentía portador del fuego purificador y de la presencia del Reino. El Evangelio no sabe de parentescos, no se impone a los individuos. Declarar que el Evangelio es a toda costa un vínculo para unir a todos sería una falsedad. Ser testigo es estar dispuesto a emprender la batalla de la incomprensión y la indiferencia empezando por los de nuestra propia casa. Por todo ello, mejor aceptar estos riesgos sin llevarnos a engaño.

 

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