Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!». Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño. Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.
Comentario
Meditación del Papa Francisco
El diablo existe incluso en el siglo XXI. Hay que aprender cómo luchar contra él en el Evangelio, contra sus tentaciones. La vida de Jesús ha sido una lucha. Vino para vencer el mal, para vencer al príncipe de este mundo, para vencer al demonio. Una lucha que debe afrontar todo cristiano. El demonio tentó a Jesús tantas veces, y Jesús sintió en su vida las tentaciones, así como también las persecuciones.
Nosotros, los cristianos, que queremos seguir Jesús, debemos conocer bien esta verdad: También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús. ¿Y cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús con su tentación?
La tentación del demonio tiene tres características y nosotros debemos conocerlas para no caer en las trampas. ¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, trata de ser comunitaria. Y, al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica. (Homilia Santa Martha 11 abril 2014)
Lecturas del día
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 10b-16
Hermanos: El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. Pues, ¿quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Del mismo modo, lo íntimo de Dios lo conoce solo el Espíritu de Dios. Pero nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu. Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu.
En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie. «Quién ha conocido la mente del Señor para poder instruirlo?». Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.
Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
Comentario del Evangelio Su palabra estaba llena de autoridad
El Espíritu, el que crea todo, el Espíritu se manifiesta en todo
El Espíritu transforma todo, el Espíritu tiene pasión por todo.
Dejad el soplo a su aire, que fluya bien y a su antojo
Porque si el aire no corre, no palparemos su soplo.
El evangelio de Lucas, tras el discurso programático de Jesús en la sinagoga de Nazaret, nos sitúa hoy en Cafarnaúm, a orillas del lago de Genesaret, lugar donde el Señor inicia su actividad pública. El profeta anuncia el Reino de Dios con la palabra, pero también con signos que señalan que ya ha llegado: “el Reino está entre vosotros” (Lc 17,21). Jesús enseña los sábados y los que lo escuchan quedan asombrados porque su palabra está llena de autoridad (exousia).
A continuación, encontramos la narración de uno de esos signos que preconizan el Reino. Jesús entra en la sinagoga y encuentra un hombre poseído por un espíritu inmundo. Era frecuente en la época atribuir enfermedades extrañas al influjo de espíritus malignos. El poseído grita al reconocer al Maestro de Nazaret: “¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios”.
En el lenguaje bíblico, lo impuro es lo contrario de lo Santo, y si lo Santo es lo propio de Dios, el Dios de la vida y del amor, lo impuro es lo propio del ámbito de la muerte y el odio. El demonio intuye que la llegada de Jesús conlleva una encarnizada lucha entre el poder de Dios y el poder del mal, aunque inmediatamente queda patente quien es más fuerte. El demonio pierde la batalla y sale del hombre sin hacerle daño. La curación de este tipo de enfermedades siempre muestra la superioridad de Jesús sobre los poderes malignos que hacen perder al ser humano su dignidad y su identidad como seguidor de Jesús.
La reacción de la gente no se hace esperar, el asombro y la estupefacción no se dejan ver solo ante sus palabras, como nos relata el texto evangélico al inicio, sino ahora también ante sus signos. El poder del Señor que bendice al ser humano siempre es más fuerte que cualquier otro poder que no le hace bien. “El poder de la fuerza siempre es más grande que el poder del lado oscuro” dice el Jedi en Star Wars. Pero hemos de estar atentos/as a las fuerzas que fluyen a nuestro alrededor: ¿Soy capaz de reconocer el poder del mal que pretende pervertir mi identidad de seguidor de Jesús y mi dignidad de ser humano? ¿Cómo le hago frente?