El capítulo 8 de Mateo es una catequesis sobre la fe y el seguimiento

El capítulo 8 de Mateo es una catequesis sobre la fe y el seguimiento

Evangelio según san Mateo 8,18-22

Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adonde vayas.Jesús le respondió: Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, dejame ir primero a enterrar a mi padre. Pero Jesús le respondió: Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

Comentario

El capítulo 8 de Mateo, aunque tiene frases que resultan difíciles de comprender, es una catequesis sobre la fe y el seguimiento. Nos muestra la responsabilidad que conlleva seguir a Jesús y la radicalidad de la llamada. La vocación, y no sólo a la vida consagrada, sino también la vocación al matrimonio, a la paternidad o al empeño cristiano en general, una vez reconocida, debe ser concretada y sin miedo. Cristo mismo está presente para darnos la fuerza y las soluciones para vencer las dificultades y dar cumplimiento al seguimiento de Jesús.

Lecturas del día

Libro de Amós 2,6-10.13-16

Así habla el Señor: Por tres crímenes de Israel, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque ellos venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; pisotean sobre el polvo de la tierra la cabeza de los débiles y desvían el camino de los humildes; el hijo y el padre tienen relaciones con la misma joven, profanando así mi santo Nombre; se tienden sobre ropas tomadas en prenda, al lado de cualquier altar, y beben en la Casa de su Dios el vino confiscado injustamente…

¡Y pensar que yo destruí ante ellos al amorreo, cuya altura era igual a la de los cedros y que era fuerte como las encinas: arranqué su fruto por arriba y sus raíces por debajo! Y a ustedes, los hice subir del país de Egipto y los conduje cuarenta años por el desierto, para que tomaran en posesión el país del amorreo. Por eso, yo los voy a aplastar, como aplasta un carro cargado de gavillas.

El hombre veloz no tendrá escapatoria, el fuerte no podrá valerse de su fuerza ni el valiente salvará su vida; el arquero no resistirá, el de piernas ágiles no escapará, el jinete no salvará su vida, y el más valeroso entre los valientes huirá desnudo aquel día -oráculo del Señor-.

Salmo 50(49),16bc-17.18-19.20-21.22-23

¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras?

Si ves a un ladrón, tratas de emularlo;
haces causa común con los adúlteros;
hablas mal sin ningún reparo
y tramas engaños con tu lengua.

Te sientas a conversar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu propia madre.
Haces esto, ¿y yo me voy a callar?
¿Piensas acaso que soy como tú?
Te acusaré y te argüiré cara a cara.

Entiendan bien esto, los que olvidan a Dios,
no sea que yo los destruya sin remedio.
El que ofrece sacrificios de alabanza,
me honra de verdad;

y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios.

Discurso de san Alfonso María de Ligorio (1696-1787) El Hijo del hombre no tiene donde reposar su cabeza

Dios es Él mismo su riqueza, porque Él es el bien infinito… Este Dios siendo rico se hizo pobre haciéndose hombre, con el fin de enriquecernos a nosotros, miserables pecadores. Esto es lo que dice expresamente el apóstol Pablo: «Jesús se hizo pobre, siendo rico, con el fin de enriquecernos con su pobreza» (2 Co 8,9) ¿Cómo? ¡Un Dios… llega al extremo de hacerse pobre! ¿Con qué intención? Difícil de comprender.

Los bienes de la tierra no pueden ser más que tierra y fango; pero este fango, ciega totalmente a los hombres para que no vean los bienes verdaderos. Antes de la venida de Jesucristo, el mundo estaba totalmente en tinieblas, porque estaban llenos de pecados: “Toda carne ha pervertido su conducta” (Gn 6,12). Es decir: todos los hombres habían oscurecido en ellos la Ley natural grabada en su interior por Dios; vivían como bestias, únicamente preocupados en buscar placeres y bienes de aquí abajo, ignorando totalmente la existencia de bienes eternales. Es por efecto de la divina misericordia que el Hijo de Dios vino Él mismo a disipar estas profundas tinieblas: “Sobre aquellos que habitaban en tinieblas y sombras de muerte, la luz ha resplandecido”(Is 9,1).

Más este divino Maestro, ha tenido que instruirnos, no solo por la palabra, sino mucho más y sobre todo, por los ejemplos de su vida. «La pobreza, dijo San Bernardo, es ausencia de cielo; sólo se puede encontrar en la tierra. Maldito el hombre que no conocía el premio, y, por lo tanto, no lo había buscado. Para volverse precioso a nuestros ojos y digno de todos nuestros deseos, ¿qué hizo el Hijo de Dios? Descendió del cielo a la tierra y la ha escogido por compañera para toda su vida.»

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