En todas partes donde entraba los que lo tocaban quedaban curados

En todas partes donde entraba los que lo tocaban quedaban curados

Evangelio según san Marcos 6,53-56

Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.

Comentario del Evangelio

La vida de Jesús es un ir de un lugar a otro y siempre al encuentro de las personas. Siempre movido por el deseo de hacer el bien, de curar, de sanar, de liberar al que más lo necesita y más marginado está. Jesús está lleno del Espíritu de Dios Padre que ama a todos los hombres y quiere su bien. Jesús se pone al alcance de las personas para hacerse “tocar” por ellas. Jesús sabe que su vida está entregada a todos los dolientes y excluidos. Y esta actitud también es modelo para cada uno de nosotros, para todos los que nos consideramos sus discípulos. En este día acerquémonos a Jesús para que Él cure y sane de eso que nos inquieta. Hoy nos preguntamos:

¿Cómo lo hago para que Jesús nos sane?
¿Cuál es mi dialogo con Jesús?
¿Siento que me dejo tocar por Jesús?

Lecturas del día

Primer Libro de los Reyes 8,1-7.9-13

Entonces Salomón reunió junto a él en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión. Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey Salomón en el mes de Etaním – el séptimo mes – durante la Fiesta. Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el Arca, y subieron el Arca del Señor, con la Carpa del Encuentro y todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes y los levitas. Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular.

Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa – el Santo de los santos – bajo las alas de los querubines. Porque los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado al Arca, y resguardaban por encima el Arca y sus andas. En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había depositado allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto. Mientras los sacerdotes salían del Santo, la nube llenó la Casa del Señor, de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa. Entonces Salomón dijo: “El Señor ha decidido habitar en la nube oscura. Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío, un lugar donde habitarás para siempre”.

Salmo 132(131),6-7.8-10

Sí, oímos hablar del Arca en Efratá,
y la encontramos en los campos de Jaar.
¡Entremos en su Morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies!

¡Levántate, Señor,
entra en el lugar de tu Reposo,
tú y tu Arca poderosa!
Que tus sacerdotes se revistan de justicia

y tus fieles griten de alegría.
Por amor a David, tu servidor,
no rechaces a tu Ungido.

Sermón de san León Magno (¿-c. 461) La nueva creación nos es ofrecida en Cristo

Nuestro Señor Jesucristo, al nacer verdaderamente hombre, sin dejar de ser verdaderamente Dios, realizó en él el comienzo de la nueva creación. Con su nacimiento dio a la humanidad un comienzo espiritual. ¿Qué inteligencia puede comprender tal misterio, quién podría expresar tal gracia?

La injusticia vuelve a la inocencia, la vejez a la novedad, los extranjeros tienen parte a la adopción filial y quienes llegan de afuera, entran en posesión de la herencia. Los impíos devienen justos; los ávidos, generosos; los libertinos, castos; los hombres hechos de tierra, espirituales. ¿De dónde viene ese cambio sino de “la derecha del Altísimo” (Sal 76,11)? Porque el Hijo de Dios vino a destruir las obras del diablo. Se incorporó a nosotros y nos incorporó a él, de forma que el descenso de Dios al mundo, fue una elevación del hombre hacia el mundo de Dios. (…)

¡Que tus ojos reciban la luz sensible! Abraza con todo tu espíritu esta “luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre” (Jn 1,9). Por eso dice el profeta: “Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán” (Sal 33,6). Si somos el templo de Dios y el Espíritu habita en nosotros, cada fiel lleva en su alma algo de más valor que lo admirado en el cielo.

JOIN OUR NEWSLETTER
Acepto recibir correos.
¿Quiere estar siempre al día? Ingrese su nombre y correo
We hate spam. Your email address will not be sold or shared with anyone else.

Su comentario