Compete a una persona divina ser don y darse. Ahora bien, una persona divina se dice ser de alguien, o por razón de origen, como el Hijo es del Padre, o porque alguno la tiene. De este modo sólo la criatura racional unida a Dios puede tener una persona divina.
La criatura racional llega alguna vez a ello, como cuando participa del Verbo divino y del Amor procedente, y hasta poder libremente conocer de verdad a Dios y amarlo como se debe. La criatura racional puede poseer a una persona divina. Pero no puede llegar a poseerla de este modo por su propia virtud. Luego es necesario que esto le sea dado desde lo alto. En este sentido compete a una persona divina darse y ser don.
El Espíritu Santo es un don de Dios. Pues como el Espíritu Santo procede por el modo de amor con que Dios ama a las otras criaturas a causa de su misma bondad, es evidente que el amor con que Dios nos ama corresponde al Espíritu Santo, como también el amor con que amamos a Dios, dado que nos hace amadores de Dios.
En cuanto a ambos amores es el Espíritu Santo el que se da. Primero por razón del amor con que Dios nos ama, de la misma manera que decimos de alguien que da su amor a otro cuando empieza a amarle.
Aunque el amor de Dios es eterno, si tenemos en cuenta su divina voluntad con la cual nos ama. Sin embargo, el efecto de su amor se produce en alguno en el tiempo, cuando lo atrae a sí. Por razón del amor con que nosotros amamos a Dios, pues por este amor el Espíritu Santo lo obra en nosotros; de donde se sigue que, por lo que a este amor se refiere, él habita en nosotros y nosotros lo tenemos a él como a alguien de cuya riqueza gozamos.
Puesto que proviene el Espíritu Santo del Padre y del Hijo el que por el amor que obra en nosotros está en nosotros y es poseído por nosotros, dícese con razón que nos es dado por el Padre y por el Hijo. Dícese también que EL mismo se nos da a nosotros en cuanto que el amor por el cual habita en nosotros, él lo obra en nosotros juntamente con el Padre y el Hijo.
El nombre propio del Espíritu Santo es don. Entiéndese por don aquello que se da para no ser devuelto, es decir, lo que no se da con idea de tenerlo como retribución. De aquí que envuelve la idea de donación gratuita, cuya razón de ser es el amor.
Pues cuando damos algo gratuitamente a otro es porque le desearnos algún bien. Luego, lo primero que le damos es el amor con que le deseamos algún bien. De donde se sigue que el amor tiene carácter de primer don, por el cual son dados todos los dones gratuitos.
Si, pues, el Espíritu Santo procede como amor, entonces procede como primer don. Por consiguiente, por este don que es el Espíritu Santo los miembros de Cristo reciben muchos otros dones.
Autor: https://sensusfidelium.us/espanol