No se pone vino nuevo en odres viejos porque hará reventar los odres

No se pone vino nuevo en odres viejos porque hará reventar los odres

Evangelio según san Marcos 2,18-22

Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: ¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos? Jesús les respondió: ¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande.Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos porque hará reventar los odres y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo odres nuevos!

Comentario del Evangelio

Jesús no se opone al ayuno, pero sí lo supedita a las circunstancias del hombre. El ayuno ha perdido su importancia absoluta para pasar a ser una forma de disciplina corporal, de higiene, de elemento para mejorar al hombre, no para sacrificarlo sin más. El ayuno o sirve para mejorar al hombre o no sirve de nada. Es fácil entender que Jesús está hablando de la novedad de su mensaje al hablar de los vinos. La buena noticia de Jesús, el Evangelio que predica, es el vino nuevo, un rostro de Dios diferente. Es el Dios Misericordioso de Jesús. El Dios terrible va dejando asomar a través de los siglos el corazón compasivo del Dios de Jesús. No porque sean distintos, sino porque el hombre va descubriendo con la marcha de la historia el amor del que solo es Amor. Hoy nos preguntamos:

¿Cuál es el Dios que nosotros vemos: el de Samuel o el de Jesús?
¿Hemos progresado lo suficiente para ser odres nuevos del Evangelio?
¿Realmente creo en el Dios Amor o sigo creyendo en Dios castigador?

Lecturas del día

Primer Libro de Samuel 15,16-23

Entonces Samuel dijo a Saúl: “¡Basta! Voy a anunciarte lo que el Señor me dijo anoche”. “Habla”, replicó él. Samuel añadió: “Aunque tú mismo te consideres poca cosa, ¿no estás al frente de las tribus de Israel? El Señor te ha ungido rey de Israel. El te mandó hacer una expedición y te dijo: Ve y consagra al exterminio a esos pecadores, los amalecitas; combátelos hasta acabar con ellos. ¿Por qué entonces no has escuchado la voz del Señor? ¿Por qué te has lanzado sobre el botín y has hecho lo malo a los ojos del Señor?”. Saúl le replicó: “¡Yo escuché la voz del Señor! Hice la expedición que él me había encomendado; traje a Agag, rey de Amalec, consagré al exterminio a los amalecitas, y el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, para ofrecer sacrificios al Señor, tu Dios, en Guilgal”. Samuel respondió: “¿Quiere el Señor holocaustos y sacrificios o quiere que se obedezca su voz? La obediencia vale más que el sacrificio; la docilidad, más que la grasa de carneros. Como pecado de hechicería es la rebeldía; como crimen de idolatría es la contumacia. Porque tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado a ti para que no seas rey”.

Salmo 50(49),8-9.16bc-17.21.23

No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!
Pero yo no necesito los novillos de tu casa
ni los cabritos de tus corrales.

“¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras?

Haces esto, ¿y yo me voy a callar?
¿Piensas acaso que soy como tú?
Te acusaré y te argüiré cara a cara.

El que ofrece sacrificios de alabanza,
me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios.”

Homilía de Orígenes (c. 185-253) Ese día ayunarán

¿Quieres que te muestre qué ayuno debes practicar? Ayuna del pecado, no tomes ningún alimento de mezquindad, no aceptes comidas de voluptuosidad, no te recalientes con vinos de lujuria. Ayuna de acciones malvadas, abstente de palabras viperinas, guárdate de pensamientos mezquinos. No toques los panes robados de una doctrina perversa. No desees los alimentos engañosos de una filosofía que te desvía de la verdad. Este ayuno agrada a Dios. (…)

Sin embargo, no decimos esto para relajar las bridas de la abstinencia cristiana. Ciertos días de Cuaresma son consagrados al ayuno. Según la costumbre, ayunamos el cuarto y sexto día de la semana. Al cristiano es dada la libertad de ayunar en todo tiempo, no por escrúpulo en el cumplimiento de las observancias, sino por la virtud de la continencia.

¿Cómo guardar intacta la castidad si no es sostenida por el apoyo riguroso de la abstinencia? ¿Cómo consagrarse a las Escrituras, cómo aplicarse a la ciencia y la sabiduría? ¿No es por la continencia del vientre y de la garganta? (…) He aquí para el cristiano un motivo para ayunar. Existe otro motivo, religioso también, que es alabado en los escritos de algunos apóstoles. Encontramos estas palabras de los apóstoles en una carta:

“Feliz el que ayuna para nutrir al pobre”. Su ayuno es muy agradable a Dios y en verdad muy digno, ya que imita al que ha dado su vida por sus hermanos.

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