No ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores nos dice el Señor

No ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores nos dice el Señor

Evangelio según San San Mateo 9,9-13

Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: Sígueme. El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: ¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores? Jesús, que había oído, respondió: No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.

Comentario del Evangelio

Para el asombro de muchos, Jesús llama a un pecador para ser su discípulo. Jesús no sabe de separaciones y, menos, en nombre de Dios. Las comunidades, en vez de excluir al publicano como impuro, deben considerarlo como un Don de Dios para la comunidad, pues su presencia hace que la comunidad se vuelva ¡señal de salvación para todos! Hoy Jesús nos ayuda a entender el llamado a los pecadores perdonados por la misericordia del Señor. Hoy, en nuestra sociedad, ¿quién es marginado y quién es excluido? ¿Por qué? Hoy nos preguntamos:

¿Generamos barreras para el encuentro con el Señor?
¿Qué desafío nos plantean las palabras de Jesús hoy a nuestra comunidad?
¿Condenamos a los pecadores o los acogemos en la comunidad?
¿Fuimos acogidos en la comunidad cuando éramos grandes pecadores como lo fue Mateo?

Lecturas del dia

Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-7.11-13

Hermanos: Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.

Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que Cristo los ha distribuido. El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo.

Salmo 19(18),2-3.4-5

El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol

Enseñanza de san Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208) Contra las herejías: San Mateo, uno de los cuatro evangelistas

No puede haber un número más grande ni más pequeño de evangelios de los que tenemos. En efecto, puesto que por una parte, existen cuatro regiones, en el mundo en el cual existimos, y cuatro vientos principales, y por otra, la Iglesia está extendida por toda la tierra y tiene por « columna y sostén » (1Tm 3, 15) el Evangelio y el Espíritu de vida, es natural que haya cuatro columnas que soplan la inmortalidad por los cuatro lados y dan vida a los hombres. El Verbo, artífice del universo, sentado por encima de los querubines y que es quien sostiene todas las cosas (sl 79,2 ; Heb 1,3), cuando se ha manifestado a los hombres, nos ha dado un Evangelio en cuatro formas, y sostenido, sin embargo, por un único Espíritu. Cuando David imploraba su venida, decía : «Tú, que estás sentado sobre los querubines, muéstrate a nosotros» (sl 79,2). Porque los querubines, según Ezequiel, (Ez 1,6) son cuatro, y sus figuras son la imagen de la actividad del Hijo de Dios.

«Así está escrito, el primero de los vivientes se parece a un león » (Ap 4,7), que es lo que caracteriza el poder, la preeminencia y la realeza del Hijo de Dios; « el segundo se parece a un toro », lo cual manifiesta la función de sacrificador del sacerdote; « el tercero tiene un rostro parecido al de un hombre », lo cual quiere evocar con claridad su venida en la condición humana; « el cuarto se parece a un águila en pleno vuelo », lo cual indica el don del Espíritu volando sobre la Iglesia. Los evangelios según Juan, Lucas, Mateo y Marco están pues, de acuerdo con lo que simbolizan los cuatro vivientes sobre los que tiene su trono Jesucristo…

Estos mismos trazos se encuentran en el mismo Verbo de Dios: hablaba según su divinidad y su gloria en los patriarcas que han existido con anterioridad a Moisés; asignaba una función sacerdotal y ministerial a los hombres que han vivido bajo la Ley; seguidamente, se hizo hombre por nosotros; finalmente ha enviado el don del Espíritu sobre toda la tierra, acogiéndonos así bajo sus alas (sl 16,8)… Los que refutan la forma bajo la cual se presenta el Evangelio e introducen, ya sea un número mayor o menor de figuras de las que ya existen en el Evangelio, son inútiles, ignorantes y presuntuosos.

 

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