Lo que mancha a la persona no es lo que entra por la boca sino lo que sale de ella

Lo que mancha a la persona no es lo que entra por la boca sino lo que sale de ella

Evangelio según San Mateo 15,1-2.10-14

Entonces, unos fariseos y escribas de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados y no se lavan las manos antes de comer? Jesús llamó a la multitud y le dijo: Escuchen y comprendan. Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella.

Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así? El les respondió: Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Déjenlos: son ciegos que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un pozo.

Comentario del Evangelio

Bienaventurados los que no se dejan cegar por las apariencias, sino que saben que lo más importante reside en el secreto del corazón. Bienaventurados los que viven libres frente a los prejuicios y a las visiones ya definidas de la vida y no desisten de intentar moldear y hacer realidad, con sus manos frágiles, el sueño que les alienta. Bienaventurados los que, yendo más allá de sus intereses inmediatos, se atreven a optar por la misericordia, la belleza y la justicia. Bienaventurados los inconformistas, los sedientos, los mansos, los suplicantes: todos los que aceptan, con humildad, vivir una Alegría que es infinitamente mayor que ellos mismos y que llena de sentido cada paso de su caminar. Ellos sabrán guiar a otros sin caer.

Lecturas del dia

Libro de Jeremías 30,1-2.12-15.18-22

Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: Así habla el Señor, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que yo te he dirigido, Porque así habla el Señor: ¡Tu herida es incurable, irremediable tu llaga! Nadie defiende tu causa, no hay remedio para tu herida, tú ya no tienes cura. Todos tus amantes te han olvidado, no se interesan por ti. Porque yo te he golpeado como golpea un enemigo, con un castigo cruel, a causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves. ¿Por qué gritas a causa de tu herida, de tu dolor incurable? A causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves, yo te hice todo esto.

Así habla el Señor: Sí, yo cambiaré la suerte de las carpas del Jacob y tendré compasión de sus moradas; la ciudad será reconstruida sobre sus escombros y el palacio se levantará en su debido lugar. De allí saldrán cantos de alabanza y risas estridentes. Los multiplicaré y no disminuirán, los glorificaré y no serán menoscabados. Sus hijos serán como en los tiempos antiguos, su comunidad será estable ante mí y yo castigaré a todos sus opresores. Su jefe será uno de ellos y de en medio de ellos saldrá su soberano. Yo lo haré acercarse, y él avanzará hacia mí, porque si no, ¿quién se atrevería a avanzar hacia mí? -oráculo del Señor- Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.

Salmo 102(101),16-18.19-21.29.22-23

Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.

Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

Los hijos de tus servidores tendrán una morada
y su descendencia estará segura ante ti,
para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.

Homilía de  Orígenes (c. 185-253)   Son ciegos guías de ciegos

Cuando al final de los tiempos, el Verbo de Dios nació de María, revestido de nuestra carne, se manifestó al mundo y dio a conocer algo diferente de lo que la inteligencia podía descubrir por sí sola. Era evidente para todos ver su carne. En cambio, su divinidad no se daba a conocer más que a algunos. Del mismo modo, cuando la Palabra de Dios se dirige a los hombres por la Ley antigua y por los profetas, se presenta revestida y velada en las Escrituras.

En su encarnación, la Palabra se viste de carne; en las Sagradas Escrituras se viste de la letra. El velo de la letra es comparable a su humanidad y el sentido espiritual de la Ley a su divinidad. En el libro del Levítico encontramos los ritos del sacrificio, las diversas víctimas, el servicio litúrgico de los sacerdotes…. ¡Dichosos los ojos que ven el Espíritu divino escondido detrás del velo…

«Si alguien se vuelva al Señor, dice el apóstol San Pablo, el velo se quita, porque donde está el Espíritu hay libertad.» (cf 2Cor 3,17) El Señor mismo, el Espíritu mismo ora en nosotros, a él le pedimos que nos quite toda oscuridad para que podamos contemplar en Jesús el admirable sentido espiritual y admirable de su Ley, según aquel que dijo: “Quita el velo de mis ojos, y contemplaré las maravillas de tu Ley” (Sal 118 [119],18).

Entonces, lo más brevemente posible, limitémonos a unas pocas (cuestiones) entre muchas; esforzándonos más bien en explicar no cada una de las palabras -porque esto lo hace quien escribe por ociosidad-, sino presentando lo que colabora a la edificación de la Iglesia; a fin de dar a los oyentes ocasiones para comprender, antes que ir detrás de la extensión de las exposiciones, según aquello que está escrito: “Da ocasión al sabio y será más sabio” (Pr 9,9).

 

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